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El 'milagro' del agente Guerrero para salvar la vida de un compañero en Zaragoza: "Vivimos para ayudar"

Su actuación permitió salvar la vida de otro policía nacional que sufrió un fallo cardiaco cuando trabajaba en la Jefatura Superior de Policía de Aragón

Diego Guerrero, el agente que salvó la vida de un compañero en la Jefatura Superior de Policía de Aragón, este lunes por la tarde.

Diego Guerrero, el agente que salvó la vida de un compañero en la Jefatura Superior de Policía de Aragón, este lunes por la tarde. / LAURA TRIVES

Zaragoza

Siempre se dice que las oportunidades se presentan por un compendio de casualidades, en algunas ocasiones circunstancias rocambolescas. Y esta semana, en la misma Jefatura Superior de Policía de Aragón, a un agente se le presentó una de estas oportunidades, de las que solo pasan una vez en la vida y a las que hay que aferrarse con uñas y dientes. Pero no fue nada laboral, fue una oportunidad para vivir una segunda vida que le dio Diego, que no es un compañero cualquiera, pues además de policía en la unidad TIC es psicólogo y técnico de emergencias. Por eso revirtió una situación extrema, un fallo cardiaco, cuando ya estaba cerca de morir. "Cada uno reacciona en función de sus conocimientos, de su experiencia, de su templanza, del día que tengas... Y yo pensé en hacer mi trabajo lo mejor posible", se sincera Diego en declaraciones a EL PERIÓDICO DE ARAGÓN.

Porque la situación no se iba solventar con una de las habituales maniobras, "era una situación mucho más compleja que una parada cardiaca normal", según reconoce este mismo agente. Y es que su compañero ya llevaba implantado un pequeño desfibrilador sobre su corazón, algo que Diego descubrió en ese mismo momento al sentir "hasta seis descargas" en su propio cuerpo cuando agarraba de los brazos a su compañero. Menos mal, vaya. "Si le hubiésemos puesto el desfibrilador, lo hubiéramos matado", reconoce el agente. Entonces, ¿cómo obró el milagro? "Aparte de calmarlo lo máximo posible, le practicamos la maniobra del Valsalva, coger aire, retenerlo un poco y soltarlo reteniendo. No sé si fue lo que funcionó, pero después de hacerlo dos veces dejó de fibrilar", relata.

"Muchas posibilidades de irse"

No sabe cuántos minutos empleó, solo que el tiempo fue "eterno" hasta que llegó la ambulancia de los bomberos tras la llamada que él mismo hizo al 080. De inmediato ingresó en la uci del hospital Miguel Servet, adonde también le acompañó mientras aguardaba la llegada de su hermano. Entonces pudo asimilar todo lo que había pasado, que había tenido "muchas posibilidades de irse", que él mismo había pasado "miedo", que había actuado "muy nervioso", con "tensión"... Pero que había congeniado toda esa "carga emocional" con su templanza, la misma calma que le ha dado su vocación de servicio porque, según argumenta, "cuanto más sabes, mejor, y para ayudar hay que aprender".

"Ha pasado con un compañero como podría haber pasado con cualquier persona de la calle... y es que la Policía está ahí para ayudar, la Policía Nacional tiene una calidad humana innegable. Esto te produce una gran satisfacción, las emociones las tienes a flor de piel... Y cualquier término, palabra o adjetivo que me quieran poner se me queda grande", reflexiona.

Cualquier diría que su compañero necesita ahora reposo, aunque no parece ser que desde el hospital piense lo mismo. "Desde la uci llamó a su jefe para volver", cuenta Diego, quien ya piensa en ese ansiado reencuentro. "Que se pague un almuerzo", bromea. Por el momento la conversación entre ambos se limita al WhatsApp a la espera de que puedan hacerlo cara a cara. "Vivimos para ayudar", dice orgulloso Diego. O ayudar para vivir. Es la oportunidad que le ha dado a su compañero.

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