Como miembro del Cuerpo Nacional de Policía mantiene sus esperanzas en la Justicia, aunque su experiencia es la historia al revés. El pasado mes de agosto detuvo a un joven que se aproximó a dos niñas que estaban en la orilla de la playa de Salou después de que les pidiera irse al baño los tres juntos.

Un hecho que judicialmente está archivado de forma provisional, mientras que él va a sentarse el próximo miércoles en el banquillo de los acusados por un delito de lesiones por el que fue denunciado cuando le redujo tras identificarse como agente e intentar salir huyendo. «No entiendo por qué el juzgado soy yo y la causa con él está archivada, lo hemos recurrido», afirma el agente a este diario.

Este funcionario que actualmente está destinado en la Jefatura Superior de Policía de Aragón espera que en el juicio, que se va a celebrar en Tarragona, quede clara su actuación. «Los testigos van a ser muy importantes», añade, mientras destaca que «incluso protegió al sospechoso porque la gente se abalanzó sobre él cuando se enteró de sus planes». «Me lo llevé a una zona apartada a la espera de que llegaran los municipales, le tiraban hasta arena», recuerda.

El agente defiende que en todo momento su actuación fue equilibrada y proporcional para los hechos en cuestión. Relata que se encontraba de vacaciones con su familia y unos amigos en Salou. Aquel día él vigilaba a sus dos niñas de 7 años, entre ellas su hija, mientras se bañaban. Entonces, vio a S. I. B., de origen marroquí, se acercaba a ellas, entablaba conversación y se tumbaba en el agua, ya que estaban en una zona que no cubría.

Preguntó si querían ir al lavabo con él

De repente observó que se acercaba a las menores, al tiempo que no paraba de mirar hacia la orilla «para controlar si alguien le veía». No se le veían las manos. Inicialmente pensaron que era un usuario más de la playa o un padre alguna niña que estaba cerca, si bien se acercaron para comprobar qué estaba pasando. Él se marcho, mientras las niñas dijeron que les había dicho «si querían ir al lavabo como él».

La reacción del agente fue rápida: evitar que se fuera corriendo y detenerle. Todo ello mientras le gritaba que era policía nacional, aunque estaba fuera de servicio. Según consta en la denuncia, el joven ofreció resistencia en todo momento y tuvo que reducirlo con las maniobras habituales.

Pero eso conllevó que S. I. B. acudiera a las mismas dependencias en las que el policía había interpuesto una denuncia por los hechos, aunque para denunciarle por lesiones leves. Tenía dos marcas rojas en la espalda (donde le puso la rodilla), una erosión en la zona izquierda del cuello y los brazos rojos. Ambos están en manos de la Justicia.