La Audiencia de Zaragoza ha absuelto a un preso que fue juzgado el pasado octubre por violar, supuestamente, a una reclusa en un contacto vis a vis dentro de la cárcel de Zuera. La Sección Primera considera que no hay pruebas para condenar a J. M., para quien la acusadora particular, María Isabel Rived, en nombre de la presunta víctima, había pedido una pena de seis años de cárcel. La fiscal no acusó en la vista oral alegando que no había indicios de delito.

La sentencia establece como hecho probado que ambos mantuvieron una relación sexual por vía anal el 16 de julio de 2018, en el curso de una comunicación vis a vis en una dependencia ideada para las reuniones de tipo familiar, sin cama.

La denunciante manifestó al salir del encuentro que sentía dolor de cabeza, por lo que fue trasladada a la enfermería. Allí le manifestó al médico que había sido violada analmente, por lo que fue conducida al hospital Miguel Servet. En el centro sanitario los facultativos no apreciaron ninguna lesión en la zona anal, pero sí un pequeño golpe en la frente.

La palabra de uno contra la de otro

En sus fundamentos de derecho, el fallo señala que la única prueba de cargo es la declaración de la presunta víctima, pero esta "no es suficiente para desvirtuar el principio de presunción de inocencia, ya que ciertas manifestaciones, unidas a otras circunstancias, llevan a generar una duda razonable sobre la realidad de los hechos denunciados".

El propio acusado, de 44 años y defendido por la letrada Beatriz Marín, "negó de forma rotunda los hechos e indicó que mantuvieron una relación sexual anal consentida y que ella no dijo nada en ningún momento".

Además, los magistrados subrayan que no ha quedado acreditada la manifestación de la denunciante en el sentido de que un funcionario les condujo ese día a una dependencia destinada a vis a vis íntimo, con cama. Al contrario, según las declaraciones de varios funcionarios del centro, ambos fueron llevados a una habitación asignada para vis a vis familiar y carente de cama.

De ahí que el tribunal dude de la veracidad de la manifestación de la reclusa cuando esta señaló que "se sentaron en la cama y que ella se levantó para meter en el bolso la crema que el acusado le había regalado" y que "fue en ese momento cuando él la agarró por detrás para agredirla sexualmente".

Una reacción de celos

Esas dudas se acrecientan, indica la sala, a la vista de que no se practicó ninguna prueba pericial psiquiátrica o psicológica de la denunciante sobre posibles patologías, su personalidad o una posible propensión a la fabulación.

Otros elementos, como que la denunciante no gritó pidiendo ayuda, añaden todavía más dudas, al igual que lo hace el hecho de que la mujer no presentaba ningún tipo de erosión o laceración en la zona anal.

Por otro lado, el acusado atribuyó la denuncia a una reacción celosa de su pareja sentimental, que a él le concedían permisos de salida de la cárcel y ella pensaba que "tenía a otra en la calle", por lo que le pidió que renunciara a esos permisos, a lo que él se negó.