A. G. ha comparecido este jueves en la Audiencia de Zaragoza acusado de canalizar, a través de una cuenta bancaria a su nombre, una suma de dinero procedente de una extorsión realizada desde la República Dominicana a una persona que, supuestamente, entró en páginas web que ofrecen servicios sexuales.

El importe de la operación ascendió a 500 euros y el acusado ha reconocido en el juicio que, si bien se quedó una comisión del 5%, desconocía el origen delictivo de los fondos, por lo que se ha puesto de rodillas y ha pedido “perdón” y “compasión” al tribunal.

A. G. ha asegurado que creía que el dinero procedía de las ganancias en apuestas online. “Me decían lo que habían ganado y yo enviaba por correo el dinero, que eran siempre cantidades poco elevadas, de 500 o 600 euros”, ha manifestado el imputado, que se expone a dos años de cárcel por los delitos de blanqueo de capitales y receptación. “Estoy muy arrepentido y devolveré hasta el último euro”, ha afirmado.

Su abogado defensor, José Miguel Pascual Hijazo, solicitará la libre absolución alegando que su cliente desconocía que colaboraba en unas transacciones ilegales. La ausencia de un testigo, un miembro de la Guardia Civil, ha impedido la celebración completa del juicio, que se reanudará dentro de un mes.

Estafas en toda España

Los hechos se remontan al 27 de julio de 2020 y ocurrieron en la capital aragonesa, pero el propio acusado ha informado de que se produjeron operaciones similares en otras ciudades de España que están todavía pendientes de juicio.

En la provincia de Zaragoza resultó perjudicada una persona que ha declarado como testigo que, tras visitar páginas de internet, empezó a recibir por WhatsApp “mensajes amenazantes” contra él y su familia e incluso le llegó un vídeo en el que aparecía un brazo tatuado y una pistola. “Me amenazaban para que pagara dinero”, ha atestiguado.

“Me exigieron un ingreso de 500 euros y no se conformaron con eso”, ha relatado. “Al principio pasé miedo, hasta que me di cuenta de que era una estafa”, ha añadido.

El acusado ha manifestado que no conoce al perjudicado y que es “incapaz” de realizar amenazas y enviar mensajes intimidatorios para extorsionar a una persona. “Estoy arrepentido, me siento engañado”, ha declarado A. G.