El miembro de la Guardia Civil José Luis E. E., acusado de intentar asesinar a navajazos a un compañero del Cuerpo, ha declarado este martes en la Audiencia de Huesca que dio a su víctima "entre 14 y 15 puñaladas" (13 según las acusaciones), pero que desconoce por qué lo hizo. Lo único de lo que se ha mostrado seguro es de que era "acosado" por la Benemérita mediante el uso de radiaciones, ácido sulfúrico vertido en las tuberías y dispositivos de espionaje que se introducían en su casa, su ordenador y su móvil.

"No sé por qué le di tantas puñaladas, para hacerle daño quizá, pero no lo quería matar, porque, si no, lo hubiera degollado", ha declarado en relación con los hechos, ocurridos a última hora de la tarde del 2 de mayo de 2020 en la avenida Martínez Velasco de Huesca. También ha dicho que actuó "en defensa propia" como respuesta al "acoso laboral" que sufría en la Guardia Civil y porque "pensaba" que le "estaban echando radiaciones".

Era el primer día en que se podía salir libremente tras el primer confinamiento por el coronavirus y la víctima había bajado a la calle a pasear su perro junto a su hija, que también recibió varios navajazos cuando trató de interponerse entre el agresor y su progenitor. "El padre debe la vida a su hija, hizo un acto de valentía que es digno de mencionarse", ha subrayado un testigo presencial del hecho.

"Hola, ¿qué tal, cabrón? ¿Cómo estás?".

El acusado se expone a un máximo de 25 años de cárcel como responsable de un delito de tentativa de asesinato con alevosía y ensañamiento y otro de lesiones con uso de armas. Su testimonio, errático y contradictorio, con momentos en que no sabía cómo continuar y plagado de ideas absurdas, ha puesto de manifiesto, desde el comienzo del juicio, que se trata de una persona con problemas mentales, tipo paranoia y manía persecutoria. Esta circunstancia podría traducirse en algún tipo de atenuante. Al ser detenido, la Policía le ocupó una mochila que contenía 800 euros en efectivo que había extraído ese mismo día porque considera que el dinero "es más seguro llevarlo encima".

Él mismo ha dicho que, antes del suceso, ya había cogido cinco bajas por problemas psicológicos y que recibía tratamiento psiquiátrico. "No le decía a nadie que me sentía acosado por la Guardia Civil porque no me hubieran creído, me parecía como una película de fantasmas", ha señalado. Y ha explicado que oía ruidos procedentes del piso de arriba, donde vivía su víctima, que le hacían sospechar de que usaban sistemas para vigilarle. Un día vio manchas de tomate en su microondas, que solo utilizaba para calentar la leche, y decidió desde entonces, por miedo a morir envenenado, guardar en su coche la comida y los enseres de cocina.

El juicio durará varias jornadas. JAVIER BLASCO

La víctima, J. J. L., que además de compañero de trabajo era vecino del imputado pues vivían en el mismo bloque, uno en el quinto y otro en sexto piso, ha asegurado que fue agredido "por la espalda" y de forma repentina. "Se me abalanzó por detrás y empecé a notar unas puñaladas salvajes y brutales en la nuca y en el cuello", ha descrito el agredido. "Mientras me apuñalaba me decía: 'Hola, ¿qué tal, cabrón? ¿Cómo estás?'".

"Sentí un dolor y un escozor indescriptibles, me estaban cosiendo a puñaladas y yo no podía defenderme", ha proseguido el guardia civil atacado. "A mí se me estaba yendo la vida, estaba más muerto que vivo", ha añadido el agredido, que nunca podrá reintegrarse en la Benemérita, en el Subsector de Tráfico, debido a las graves secuelas que le han quedado tras el apuñalamiento, tanto físicas como psicológicas.

"Algo gordo va a pasar"

La hija del agredido ha atestiguado que intentó ponerse entre su padre y el acusado pero "no sirvió de nada", pues este último la tiró al suelo. "Le decía a mi padre: '¿Te gusta? ¿Te gusta? Te voy a matar, te voy a matar'". "Cuando se lo llevaban detenido me dijo 'hija de puta'", ha apuntado la joven, que ha asegurado que la cazadora que llevaba puesta le salvó la vida, pues José Luis E. E. le propinó varios navajazos, uno de ellos, más profundo que el resto, en los glúteos.

La esposa de la víctima ha declarado que había oído al acusado mantener una conversación, a través del patio de luces, con unos vecinos con los que tenían una mala relación porque "hacían mucho ruido". "Estaba diciendo que esto iba a acabar mal y que algo gordo iba a pasar", ha precisado.

Dos personas que acudieron al lugar de los hechos al creer que se trataba de "una riña entre adolescentes", un joven que hacía ejercicio y un hombre que pasaba en bicicleta, han indicado que lo único que "preocupaba" al acusado, al que consiguieron inmovilizar con la cuerda de una comba, era recuperar una bolsa o mariconera en la que luego se supo que llevaba 800 euros.

"Tranquilo" y "protegido" en la cárcel

Los agentes que hicieron la inspección ocular de su piso se sorprendieron al ver que había tapado las aberturas, como las rejillas de ventilación, y que había colocado unas pesas "para rechazar las ondas electromagnéticas", según su propia declaración. Había además cuadernos con anotaciones de lo que le sucedía, con la supuesta persecución que sufría, y recortes de periódicos de la muerte violenta de tres mujeres en distintas partes de España. "Los guardaba por lo que aparecía en el reverso, no por los sucesos", ha aclarado el imputado.

El fiscal pide 20 años de cárcel, mientras que la acusación particular, ejercida por Enrique Trebolle, eleva la petición a 25 años. La defensa sostiene que la agresión fue fruto de la perturbación mental que afecta al acusado, que ha manifestado que en la cárcel donde está encerrado se encuentra "tranquilo" porque allí se siente "protegido". El juicio se reparte en varias jornadas y no concluirá hasta el viernes que viene. Mañana llega el turno de las pruebas periciales de la acusación y la defensa.