Los agentes que detuvieron a Jorge Manero Martínez en el verano de 2020 en una finca de recreo cerca de Alcañiz han declarado este martes en la Audiencia de Teruel, que el acusado no paraba de repetir: "¿Lo he matado o estoy soñando?".

"Actuaba como si no estuviera presente y se preguntaba si el cadáver que había en la piscina era de él", ha atestiguado una agente de la Guardia Civil en la segunda jornada del juicio contra Manero, que se enfrenta a 22 años de cárcel por haber estrangulado con un collar y tirado a la piscina a su novio. José Antonio G. G., un domingo de mediados de julio.

"Lo encontramos en una habitación, escondido en posición fetal dentro de un armario, intentando taparse con la ropa y una almohada", ha manifestado otro de los miembros de las patrullas que acudieron al lugar de los hechos después de que una mujer llamara por teléfono pidiendo auxilio y gritando: "¡Me va a matar, me va a matar!".

Esa persona era la madre del acusado, que estaba dentro de la casa, un masico de de la carretera de Castelserás con numerosas dependencias. Pero quien abrió la puerta a los policías fue el padre. Estaba muy nervioso, conmocionado, y repetía: "¡Lo ha matado y no he podido hacer nada!", según los mismos testigos.

"Me preguntó qué había hecho"

Los agentes que fueron al lugar del crimen no han corroborado la versión de la defensa según la cual el imputado se encontraba borracho. Pero, al ponerle unos grilletes y sujetarlo a la cama, sí notaron que observaba una actitud extraña. "Me preguntó qué había hecho", ha señalado un responsable de la Policía Judicial de la Guardia Civil en Teruel.

"Estaba tranquilo, lo único que me preguntó tres veces si estaba muerto y si lo que había pasado era verdad o era un sueño", ha añadido este miembro de la Benemérita, que ha intervenido en calidad de testigo en la vista oral, celebrada ante el tribunal del jurado. "Estaba sin color, pálido", ha dicho otro agente.

Un investigador ha declarado que del examen de grabaciones de distintos lugares en la jornada de los hechos se deduce que el acusado "llevaba algún tipo de complemento en el cuello", posiblemente el collar utilizado posteriormente para acabar con la vida de su pareja. Este adorno corporal es metálico y dorado y constituye una de las pruebas materiales del crimen.

Un perito de la defensa ha señalado que en la zona de la piscina había "macetas rotas" y un desorden que indicaban que "había habido movimiento de personas". También había unas bridas y una barra, un trozo de manguera rígido, de 45 centímetros de larga, que el padre utilizó para intentar separar a Jorge de José de Antonio.

"Tomando cervezas y martinis"

Manero, de 31 años en la actualidad, declaró ayer que no recordaba "nada" de lo sucedido porque había bebido mucho y fumado varios porros. Está acusado de homicidio por el fiscal y de asesinato por la acusadora particular, Amparo García Tamarit, mientras que su abogado defensor, Fernando del Campo, solicita cuatro años de cárcel por homicidio por imprudencia o involuntario.

El día de los hechos, Jorge y su pareja, José Antonio G. G., de 40 años, habían mantenido una fuerte discusión, posiblemente porque el segundo había anunciado su intención de volver a Aldaya, cerca de Valencia, donde ambos residían. Estuvieron de bares por Alcañiz, "tomando cervezas y martines", y subieron al castillo antes de regresar por separado, tras mantener una discusión, al masico de los padres del presunto autor del crimen.

La víctima presentaba una discapacidad debido a que en la infancia padeció un cáncer de huesos que dificultaba su movilidad. Su cadáver, que estaba boca arriba, presentaba en el cuello las marcas dejadas por la presión ejercida con el collar, ha reseñado los testigos. El acusado, por su parte, tenía excoriaciones (rozaduras) en las rodillas.

El juicio seguirá mañana con la presentación de los informes periciales.