El fiscal ha rebajado de 22 a 15 años de prisión su petición de condena para el joven juzgado esta semana por un jurado popular en la Audiencia de Teruel por el presunto homicidio intencionado de su novio durante una pelea entre ambos ocurrida en una finca de recreo de los padres del primero en Alcañiz, a últimas horas de la tarde del 12 de julio de 2020 .

Al término de la última de las sesiones del juicio, informa Efe, el ministerio público ha mantenido la calificación jurídica por homicidio con la agravante de parentesco, a la que ha añadido otra de abuso de superioridad, pero ha precisado a renglón seguido que la pena máxima prevista para este delito es de 15 años de prisión.

Una petición a la que ha añadido una reclamación de indemnizaciones para los padres de la víctima y para sus hermanos por un valor global superior a los 100.000 euros.

La representante de la acusación particular, Amparo García Tamarit, ha mantenido su petición de 22 años de prisión por un delito de asesinato con alevosía, así como de 32 años de alejamiento de los familiares de la víctima y de otros 10 de libertad vigilada y unas indemnizaciones superiores a la que ha pedido la fiscalía.

Por su parte, el letrado de la defensa, Fernando del Campo, también ha mantenido su petición inicial de cuatro años de prisión por un delito de homicidio imprudente con la atenuante de intoxicación etílica, e indemnizaciones de 30.000 euros para los padres y de 5.000 para los hermanos.

Según los médicos forenses que han intervenido en la sesión de hoy, José Antonio G. G., víctima del crimen, "todavía estaba vivo" cuando, tras estrangularlo con un collar metálico, su agresor lo sumergió en la piscina de la casa de campo donde ocurrieron los hechos. De hecho, los peritos que examinaron el cadáver y realizaron la autopsia hallaron agua en el estómago y el duodeno.

Los peritos forenses han afirmado además que el fallecido presentaba una doble intoxicación, etílica y de cánnabis, que limitaba de forma notable su capacidad de defensa y resistencia frente a la violenta agresión que sufrió por parte de su novio, Jorge Manero, en el curso de una violenta pelea.

El acusado, de 29 años cuando ocurrieron los hechos, declaró el primer día del juicio que no recordaba "nada" de lo sucedido porque "había bebido mucho y había fumado varios porros". Cuando su madre avisó a la Policía y a la Guardia Civil, los agentes lo encontraron escondido en el armario de una habitación, muy pálido, y no paraba de decir si había matado a su pareja o si todo había sido "un sueño".

Apretó "durante varios minutos"

La muerte se produjo por la combinación de dos mecanismos, uno de compresión o "estrangulación a lazo", desde atrás, y otro de sumersión, que fue el que aseguró el resultado de muerte, según los médicos forenses, ante la imposibilidad en que se hallaba la víctima de defenderse al ser empujada varias veces bajo el agua.

Los médicos han descrito en la última sesión de la vista oral que el fallecido presentaba 24 grupos de lesiones, en particular la rotura de la estructura interna del cuello, una mordedura en el antebrazo derecho y rasguños en distintos partes del cuerpo por golpes contra superficies o motivadas por la reacción defensiva.

Fue una muerte, han concluido los peritos, por asfixia compleja que ocasionó una insuficiencia respiratoria aguda. Han precisado que se trató de un fallecimiento "violento y de carácter homicida". En este sentido, han destacado que elementos que componen el collar quedaron marcados en el cuello debido a la fuerza con que apretó el agresor "durante varios minutos", en "tres fases de tracción" que dejaron profundos surcos en la piel.

El acusado no tiene antecedentes de patología psiquiátrica

El examen psiquiátrico, han continuado los forenses, arrojó como resultado que el imputado "no tiene antecedentes de patología psiquiátrica" ni una "sintomatología psicótica aguda". "No padece un deterioro cognitivo", ha subrayado uno de los peritos. "El acusado es capaz de comprender la ilicitud y las consecuencias de sus actos".

Con respecto a si iba "muy bebido", como el mismo Manero declaró al principio del juicio, los expertos han señalado que pudo existir una intoxicación alcohólica que causara cierta alteración de la voluntad, pero que esta "no ha quedado acreditada". Asimismo, han relatado que el propio acusado se definió a sí misma como "una persona violenta cuando bebe". "Era consciente de lo que hacía", han concluido.

Trató de asfixiar a su madre con el cinturón de seguridad

Según el fiscal, el encausado posee un carácter y una personalidad "violentas", como lo demuestra el hecho de que "cuenta con seis antecedentes penales por delitos cometidos desde 2010". De hecho, añade el ministerio público, ha sido condenado por resistencia a la autoridad, violencia doméstica y agresión sexual, entre otros delitos.

De uno de sus estallidos de violencia fue víctima su propia madre, explica el acusador público, que afirma en su escrito de acusación que por esos hechos fue condenado en 2015 tras propinar varios golpes en la cabeza, así como por dar tirones de pelo, a su progenitora, que se encontraba en el asiento delantero de un vehículo y a la que intentó asfixiar con el cinturón de seguridad.

El fiscal lo acusada de homicidio cualificado por la vulnerabilidad de la víctima y la agravante de parentesco. La acusadora particular, Amparo García Tamarit, considera que el hecho constituye un delito de asesinato. Ambos solicitan 22 años de prisión pero la segunda eleva el monto de las indemnizaciones para los familiares de la víctima. Por su parte, la defensa, ejercida por Fernando del Campo, mantiene que fue un homicidio por imprudencia, involuntario, y solicita cuatro años de cárcel.