E. A. aceptó ayer una condena de dos años y medio de cárcel por un delito continuado de abuso sexual en la persona de su sobrina, una menor de edad que, cuando ocurrieron los hechos, entre diciembre de 2009 y enero de 2010, tenía entre 11 y 12 años.

El acusado, que no pudo ser juzgado antes por estar ilocalizable durante un tiempo y debido al retraso generado por el coronavirus, reconoció ayer los hechos ante la Audiencia de Zaragoza, con lo que consiguió una rebaja de seis meses en la pena, dado que inicialmente el fiscal y el acusador particular, Juan José Espinal, solicitaban tres años de prisión.

Aprovechándose de la cercanía que le daba su parentesco, el imputado sometió a su sobrina a tocamientos en dos ocasiones, una vez durante una siesta y la otra tras acompañarla a su casa. Los hechos tardaron en denunciarse porque la víctima no comunicó lo sucedido a su familia, en concreto a un hermano, hasta pasados unos años.