Leonardo L. P., juzgado ayer en la Audiencia de Zaragoza por supuestas agresiones sexuales a su hija y a dos hijastras, negó ayer las graves acusaciones, que le pueden valer más de 30 años de cárcel. «Yo nunca he tocado a mis hijas», subrayó el imputado, que indicó que «lo que han dicho mis hijas es totalmente mentira».

Sin embargo, en el juicio, la fiscal, que solicita 24 años de prisión, mantuvo que el acusado se acostaba con las hijas, entonces menores de edad, en un sofá cama de su vivienda en Zaragoza y las sometía a tocamientos, las obligaba a tocar su pene y eyaculaba. El acusador particular, Rafael Ariza, elevó la petición de pena a más de 30 años.

Leonardo L. P. replicó que las chicas, que como él habían venido a España tras vivir unos años en Estados Unidos, se sentaban en el sofá «para ver la televisión». Reconoció no obstante que en ese mueble usado también como cama tenía «un alargador de pene y un preservativo», si bien dijo que «no tenía ni idea» de que en este último había restos biológicos suyos y de una de las menores.

El asunto fue denunciado en abril de 2020 a la Policía por una psicóloga de Ozanam que participaba en un programa especial de la entidad. «La vi como muy coartada y le di mi e-mail para que me contara qué le pasaba», relató la testigo. A través de este medio se enteró de que el acusado «abusó de sus hijas durante varios años, una situación que se vio agravada por el confinamiento».

"Llevaba más de 10 años soportándolo"

La situación, continuó, afectó a las tres hermanas, «pero sobre todo a una de ellas». «Me escribió que en el sofá había contacto físico y que llevaba más de 10 años soportándolo», explicó la psicóloga.

La menor que, presuntamente, sufrió más agresiones sexuales, de 18 años en la actualidad, manifestó como testigo, hablando en inglés desde detrás de una mampara, que su padre la violó y que «utilizó su pene» y lo «introdujo muchas veces, sobre todo por las noches». Eso mismo le contó una de sus hermanastras, agregó, antes de señalar que una vez «abrió el preservativo» y lo «empleó» con ella. Esos hechos, aseguró la testigo, sucedían desde que tenía 8 años.

Sin embargo, el abogado defensor, Alejandro Sarasa, que pidió la absolución, sostuvo que no existen pruebas que desvirtúen la presunción de inocencia de su cliente.