El Amazonas de Brasil liberó casi un 20 por ciento más de CO2 a la atmósfera durante la última década de lo que absorbió, según un impactante informe que muestra que la humanidad ya no puede depender del bosque tropical más grande del mundo para ayudar a absorber la contaminación por carbono provocada por el hombre.

En concreto, desde 2010 hasta 2019, la cuenca amazónica brasileña emitió 16.600 millones de toneladas de CO2, mientras que consumió solo 13.900 millones de toneladas, informaron los investigadores en un artículo publicado este jueves en la revista Nature Climate Change.

El estudio analizó el volumen de CO2 absorbido y almacenado a medida que crece el bosque, en comparación con las cantidades liberadas a la atmósfera cuando ha éste sido quemado o deforestado.

«Lo esperábamos a medias, pero es la primera vez que tenemos cifras que muestran que la Amazonía brasileña ha cambiado y ahora es un emisor neto», dijo el coautor Jean-Pierre Wigneron, científico del Instituto Nacional de Investigación Agronómica de Francia (INRA).

«No sabemos en qué momento el cambio podría volverse irreversible», dijo a la AFP en una entrevista.

La deforestación se cuadruplicó en 2019

El estudio también mostró que la deforestación, a través de incendios y tala rasa, aumentó casi cuatro veces en 2019 en comparación con cualquiera de los dos años anteriores, de aproximadamente un millón de hectáreas a 3,9 millones de hectáreas, un área del tamaño de Holanda.

«Brasil experimentó una fuerte caída en la aplicación de políticas de protección ambiental tras el cambio de gobierno en 2019», dijo el INRA en un comunicado. El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, asumió el cargo el 1 de enero de 2019.

Los ecosistemas terrestres en todo el mundo representan un aliado crucial e imprescindible en la lucha por frenar las emisiones de CO2, que superaron los 40.000 millones de toneladas en 2019.

Durante el último medio siglo, las plantas y el suelo han absorbido constantemente alrededor del 30 por ciento de esas emisiones, incluso cuando esas emisiones aumentaron en un 50 por ciento durante ese período.

Los océanos también han contribuido de forma poderosa, al absorber más del 20 por ciento del carbono emitido.

La situación se complica

La cuenca del Amazonas contiene aproximadamente la mitad de las selvas tropicales del mundo, que por sus características son más efectivas a la hora de absorber y almacenar carbono que otros tipos de vegetación.

Si la región se convirtiera en una fuente neta de emisiones en lugar de un ‘sumidero’ de CO2, abordar la crisis climática se convertiría en una tarea mucho más compleja, señalan los científicos en este informe.

Utilizando nuevos métodos de análisis de datos satelitales desarrollados en la Universidad de Oklahoma, el equipo internacional de investigadores también demostró por primera vez que los bosques degradados eran una fuente más importante de emisiones de CO2 que la propia deforestación.

Durante el mismo período de 10 años, la degradación forestal, causada por la fragmentación, la tala selectiva o los incendios que dañan pero no destruyen los árboles, causaron tres veces más emisiones que la destrucción total de los bosques.

Los datos examinados en el estudio solo cubren Brasil, que posee alrededor del 60 por ciento de la selva amazónica.

Teniendo en cuenta el resto de la región, «la cuenca del Amazonas en su conjunto es probablemente (carbono) neutral todavía», dijo Wigneron. «Pero en los otros países con selva amazónica, la deforestación también está aumentando y la sequía se ha vuelto más intensa».

El cambio climático se perfila como una amenaza importante y podría, por encima de cierto umbral de calentamiento global, convertir la selva tropical de todo el continente en un estado de sabana mucho más seco, según han demostrado estudios recientes.

Esto tendría consecuencias devastadoras no solo para la región, que actualmente alberga un porcentaje significativo de la biodiversidad mundial, sino también a nivel mundial.

La selva amazónica forma parte de una docena de puntos críticos en el sistema climático. Las capas de hielo sobre Groenlandia y la Antártida occidental, el permafrost siberiano cargado de CO2 y metano, las lluvias monzónicas en el sur de Asia, los ecosistemas de arrecifes de coral, la corriente en chorro… son fenómenos altamente vulnerables a los cambios climáticos y con consecuencias globales.

Artículo de referencia: DOI: 10.1038/s41558-021-01026-5

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