Los niveles de oxígeno en los lagos ubicados en climas templados, incluidos los españoles, están disminuyendo rápidamente, más rápido que en los océanos. El cambio climático ha sido el principal responsable de esta tendencia durante al menos las últimas cuatro décadas. Una tendencia que amenaza la biodiversidad y la potabilidad de los lagos de agua dulce. Estas son las conclusiones de un estudio internacional publicado en ‘Nature’.

El informe, liderado por el Instituto Politécnico Rensselaer (Estados Unidos), revela que desde 1980 los niveles de oxígeno de los lagos de las áreas templadas han disminuido un 5,5% en aguas superficiales y un 18,6% en aguas profundas.

Esta caída generalizada de oxígeno disuelto en los lagos tiene un impacto directo en los ecosistemas, en particular en la vida de los peces.

Aunque solo representan el 3% de la superficie terrestre, los lagos contienen una gran biodiversidad. Al ser más pequeños que los mares y los océanos, responden mucho más rápidamente a los efectos del cambio ambiental. Por tanto, son auténticos ‘centinelas’ de los impactos del cambio climático en los ecosistemas marinos.

Lo que ya está ocurriendo en los lagos ocurrirá también en los mares y los océanos si no se adoptan medidas inmediatas.

Un equipo internacional del Global Lake Ecological Observatory Network (GLEON) realizó un estudio sobre más de 45.000 muestras de agua de 393 lagos en zonas templadas de todo el mundo, principalmente en América del Norte y Europa, cuyos registros más antiguos datan de 1941 y los más recientes de 2019.

Los científicos analizaron el oxígeno disuelto en muestras de aguas superficiales y profundas, así como los perfiles de temperatura del agua. Los resultados muestran que, desde 1980, los lagos han perdido oxígeno.

Los niveles de oxígeno en los lagos estudiados cayeron a un ritmo de 3 a 9 veces más rápido que en los océanos. El principal impulsor de esta pérdida de oxígeno en el agua superficial es el aumento global de la temperatura, que disminuye la solubilidad de este gas en el agua.

En los últimos cuatro decenios, con el aumento de las temperaturas atmosféricas a causa del cambio climático, la temperatura global del agua de la superficie de los lagos ha aumentado en 1,52 °C, a una media de 0,38 °C por década. Y la concentración de oxígeno ha disminuido en 0,44 miligramos por litro, a una media de 0,11 por década.

Aumento de la temperaturas de las aguas superficiales

En las aguas profundas la temperatura se mantuvo relativamente estable, pero el aumento  experimentado en las aguas superficiales provocó un aumento de la diferencia de densidad entre ambas, dificultando la mezcla de líquido de las diferentes capas de los lagos y, por lo tanto, la renovación del oxígeno en el agua profunda.

“Es este aumento de la estratificación térmica, en intensidad y duración, lo que ha provocado una disminución de las concentraciones de oxígeno en las capas profundas de los lagos”, señalan los investigadores.

La concentración de oxígeno disuelto en los sistemas acuáticos regula muchas características de la calidad ecológica del agua: la biodiversidad, la biogeoquímica de nutrientes, las emisiones de gases de efecto invernadero y la calidad del agua potable.

De hecho, la mayoría de los organismos vivos, como los peces, dependen del nivel de oxígeno del agua y una caída demasiado grande puede provocar el declive de algunas especies.

A la vez, la desoxigenación favorece a los microorganismos que evolucionan más fácilmente en ambientes libres de oxígeno, “como ciertas bacterias que producen metano, un poderoso gas de efecto invernadero”.

Los sedimentos dejan de retener la contaminación del fondo

La caída del nivel de oxígeno también genera impactos negativos en los sedimentos ubicados en el fondo de los lagos, que retienen la contaminación. Con la caída de la concentración de oxígeno, estos sedimentos dejan de retener contaminación metálica y nutrientes, como el fósforo, que disminuyen la calidad química del agua y promueven fenómenos de eutrofización (enriquecimiento excesivo de un ecosistema acuático).

“Los rápidos cambios observados en los lagos en los últimos años proporcionan una indicación de los impactos globales del cambio climático en los ecosistemas”, apuntan los científicos.

Sobre la base de estas observaciones, ya se ​​están desarrollando modelos predictivos de la evolución de los niveles de oxígeno de varios ecosistemas lacustres, alguno de ellos en los Pirineos, para ayudar a los gestores de estos lagos.

Los resultados vienen a confirmar varios estudios anteriores, que ya mostraron la tendencia de los lagos a perder su oxígeno debido a la liberación de nutrientes.

“Estas emisiones se debieron principalmente al aumento de las presiones humanas, especialmente en Europa tras la expansión de las ciudades”, subrayan los investigadores.

Este nuevo estudio muestra si bien la “causa histórica” de la desoxigenación de los lagos fue la liberación de nutrientes, en las últimas décadas los principales factores están siendo “el cambio climático y el calentamiento global”.

El reto de los científicos es ahora saber cómo interactúan estas dos presiones (clima y nutrientes), y si las concentraciones residuales de fósforo (nutriente de los microorganismos) heredadas sobre todo de la década de 1950 en los lagos europeos pueden amplificar los impactos del cambio climático. Un grupo de investigadores ya se ha puesto manos a la obra para despejar estas incógnitas.

Estudio de referencia: https://www.nature.com/articles/s41586-021-03550-y

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