¿Contribuyen los árboles invasores a mitigar el cambio climático? Un buen número de expertos defiende desde hace años que plantar especies arbóreas foráneas (eucaliptos, pinos y acacias en España) en ecosistemas sin árboles, como pastizales y estepas, es una de las alternativas planteadas por algunos expertos para mitigar el calentamiento global, al considerar que ayuda a capturar parte del carbono liberado a la atmósfera en forma de dióxido de carbono (CO2). Pero un reciente estudio científico ha venido a cuestionar esta opción.

Los investigadores han concluido, por un lado, que plantar especies forestales en zonas carentes de árboles no es un camino necesariamente efectivo para mitigar el cambio climático, y, por otro, que puede tener efectos negativos sobre la biodiversidad de las especies nativas, las oportunidades económicas y la disponibilidad de agua.

El debate está servido. La plantación de especies alóctonas (eucaliptos, pinos o acacias en España) en zonas sin árboles, como pastizales o estepas, ha sido vista hasta ahora por muchos especialistas como sostenible y ecológicamente amigable. Cuenta, además, con la (supuesta) ventaja de que las especies forestales exóticas crecen a gran velocidad y no requieren de mayor manejo.

Sin embargo, el trabajo titulado ‘¿Deberían utilizarse las invasiones de árboles en ecosistemas sin árboles para mitigar el cambio climático?’, que acaba de ser publicado en la prestigiosa revista ‘Frontiers in Ecology and the Environment de la Ecological Society of America‘, cuestiona la viabilidad de esta opción.

A partir de una extensa revisión bibliográfica y de datos propios, los investigadores han concluido que la expansión de árboles invasores no siempre redunda en una mayor captura de carbono.

Incendios más frecuentes e intensos

Incendios más frecuentes e intensos La razón estriba en que en las áreas donde hay árboles foráneos existe mayor propensión a la ocurrencia de incendios. Además, el crecimiento de estas especies implica una reducción del carbono presente en el suelo.

“En los pastizales y estepas los incendios no son tan comunes, porque hay espacios sin combustible que hacen que el fuego no prospere. En cambio, en las superficies cubiertas por árboles forestales, estos eventos son mucho más frecuentes e intensos, debido a la acumulación de biomasa aérea”, explica Martín Núñez, investigador del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medio Ambiente argentino y primer autor del trabajo.

“Obviamente, el carbono capturado en un área incendiada se reduce muchísimo. Por otro lado, este tipo de árboles (invasores de crecimiento rápido) están asociados a unos hongos, llamados ectomicorrizas, que disuelven el carbón presente en el suelo, que termina regresando a la atmósfera en un proceso que permite a la planta absorber nutrientes”, añade Núñez.

Según el científico, el cambio climático es “uno de los grandes problemas que afronta la humanidad”, pero permitir la invasión incontrolada de árboles forestales en zonas áridas “no sería la mejor solución”.

Además de los problemas mencionados, la expansión asilvestrada de árboles invasores en pastizales áridos genera un “oscurecimiento de los ecosistemas” y, por lo tanto, que estos reflejen menos la luz solar y absorban más calor.

“Es algo similar a lo que ocurre con el deshielo ártico o de la Antártida, que provoca una mayor abundancia de colores oscuros y, de esta manera, que se genere más calor”, explica Núñez.

Mayor demanda de agua

Mayor demanda de agua Por otra parte, de acuerdo con los científicos que participaron del trabajo, los árboles invasores generan una mayor demanda de agua, lo que puede secar los ecosistemas y, además, afectar los caudales de cuencas de las que depende el desarrollo de otras plantas que también absorben carbono atmosférico.

“La tarea de capturar carbono en un lugar sin que se pierda en otro no es tan sencilla”, subraya el investigador. Núñez y los demás ecólogos que participaron en esta investigación estudian desde hace años el problema de los efectos negativos del avance de las plantas exóticas invasoras sobre la flora y la fauna nativa.

La diminución de la biodiversidad no solo puede tener como consecuencia la extinción de especies, sino que puede derivar en mermas respecto de los servicios que los ecosistemas prestan a la humanidad, entre ellos, oportunidades económicas, concluye el estudio.

“Plantar árboles –o no controlar su expansión asilvestrada– para combatir el cambio climático y el calentamiento global es una idea intuitivamente simpática, pero afecta negativamente biodiversidad de los ecosistemas, y, por lo que vimos en este estudio, no hay garantías de que permita absorber más carbono del que se libera”, concluye Núñez.

Informe de referencia: https://doi.org/10.1002/fee.2346

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