Greenpeace, la organización ecologista más importante y emblemática del planeta, cumple medio siglo de vida esta semana. El 15 de septiembre de 1971 un viejo barco pesquero reconvertido en buque ecologista zarpó hacia una isla de Alaska donde se iba a detonar una bomba nuclear. Aunque su primera acción terminó en fracaso, acabaría sacudiendo las conciencias del mundo occidental. El nacimiento de Greenpeace forjó una estirpe de ‘guerreros del arco iris’ cada vez más numerosa. La realidad mundial ha terminado dando la razón a aquél puñado de románticos que se embarcaron en esa aventura hace 50 años.

Todo comenzó a finales de los años 60 en la diminuta isla de Amchitka, en el archipiélago aleutiano del Pacífico Norte, donde Estados Unidos realizó una prueba nuclear subterránea en 1969. Los canadienses Jim Bohlen, Irving Stowe y Paul Cote dieron origen a Greenpeace, concentrando en su nombre dos elementos cardinales de la organización: pacifismo y ambientalismo. Pero el nombre de la organización no surgió inmediatamente.

Ubicada en las aguas de la costa oeste de Alaska, Amchitka era hogar de águilas calvas, halcones peregrinos y último refugio de 3.000 nutrias.

Pero, además, Amchitka está situada en una de las regiones más sísmicas del mundo. En 1964 un temblor ocasionó la muerte de 115 personas. Pero, pese a ello, este fue el sitio que Estados Unidos escogió para probar su arsenal nuclear.

El acto estuvo precedido de controversia, pues la gente temía que se produjeran más temblores. El día de la prueba, 10.000 manifestantes bloquearon el paso a la principal frontera entre Estados Unidos y Canadá para demostrar su preocupación. Sus pancartas decían “Don’t Make A Wave” (‘No Provoquen Olas’, en alusión a un posible tsunami).

La Comisión de Energía Atómica (AEC, en inglés) de Estados Unidos ignoró las protestas y llevó a cabo la prueba el 2 de octubre de 1969. Amchitka se estremeció por la fuerza de una bomba nuclear detonada 1.200 metros bajo su superficie.

Pero la bomba no causó temblores ni tsunamis, por lo que EE UU anunció que se llevaría a cabo otra prueba en 1971, cinco veces más fuerte que la anterior.

Una de las personas más activas en las protestas antinucleares era Jim Bohlen. Buzo y operador de radar en la Marina de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, Bohlen conoció a Irving Stowe en una marcha antiguerra en 1967 en Vancouver.

En 1970 Bohlen y Stowe, junto con Paul Cote, formaron el comité “No Provoquen Olas”, retomando el lema de la manifestación de 1969. El propósito era detener la nueva prueba nuclear en Amchitka.

Pero según Bohlen “‘Comité No Provoquen Olas’ eran palabras que no significaban mucho. La gente no las comprendía, así que el grupo trató de pensar en algo que la gente pudiera entender”.

Greenpeace: paz verde

No queda claro cómo surgió el nombre, al parecer fue Hill Darnell, un trabajador social canadiense, quien ideó la combinación de palabras que señalan la preocupación por el planeta y la oposición a las armas nucleares. Así nació Greenpeace.

El Phyllis Cormack, un viejo barco pesquero de 24 metros, fue el primer navío del grupo, alquilado por seis semanas a un costo de 15.000 dólares. Se encontraba en bastante mal estado y, después de pasar trece meses tratando de encontrar algo mejor, Bohlen, Stowe y Cote concluyeron que no había alternativa. Con él navegaron hacia la bomba.

A las 4 de la tarde del 15 de septiembre de 1971, llevando los símbolos de la paz y la ecología, el Phyllis Cormack, zarpó a cumplir su primera misión real. El buque sería rebautizado como Greenpeace

“Nuestra meta es muy simple, clara y directa: llevar a una confrontación entre la gente de muerte y la gente de vida. No nos consideramos a nosotros mismos radicales. Somos conservadores, insistimos en conservar el medio ambiente para nuestros hijos y futuras generaciones de hombres”, afirmó Ben Metcalfe, un veterano de radio que estaba entre los periodistas que integraban la tripulación, y que jugaron un papel decisivo, la mañana del 16 de septiembre desde el barco.

En esa travesía también resultó clave la presencia de otro periodista, Robert Hunter, quien llevaba a bordo un libro llamado ‘Guerreros del Arco Iris’, un pequeño volumen de mitos indígenas y leyendas, y que fue una fuente de inspiración para el equipo, en particular una profecía de 200 años de una anciana cree llamada Ojos de Fuego. Esta mujer predijo que cuando la tierra fuera saqueada de sus recursos, el mar ennegrecido, las corrientes envenenadas, el venado muerto sobre sus huellas, justo antes de que fuera demasiado tarde, el indio recobraría su espíritu y enseñaría al hombre blanco la reverencia por la tierra, uniéndose a él para convertirse en Guerreros del Arcoiris. Este nombre tendría una resonancia básica en la historia posterior de Greenpeace.

Así pues, en el camino a Amchitka, a cinco kilómetros del límite territorial, con cámaras y grabadoras a bordo, la tripulación recibió un mensaje por radio que anunciaba que la prueba había sido pospuesta, pero no se sabía por cuánto tiempo.

Luego, el 30 de septiembre, se acercó al Cormack el buque Confidence, de la Guardia Costera, y el comandante comunció al barco de Greenpeace que estaba bajo arresto, y los tripulantes fueron detenidos.

Sin embargo, a espaldas del comandante, la tripulación del Confidence entregó a los ocupantes del Cormack un cablegrama firmado por 17 marinos, y que decía: “Debido a la situación en que nos encontramos, la tripulación del Confidence siente que lo que están haciendo es por el bien de toda la humanidad. Si nuestras manos no estuvieran atadas por estos lazos militares, estaríamos en la misma posición en que están ustedes, si fuera posible. Buena suerte. Les apoyamos al 100%”.

Una oleada de apoyo popular

A pesar de un sentimiento de derrota, ya que la batalla no se había ganado, la gesta del barco, incluyendo su arresto y el apoyo de la tripulación del Cofidence, despertó una oleada de apoyos entre la opinión pública candiense.

Tanta era la simpatía despertada por Greenpeace que, de regreso a la Columbia Británica, Stowe pudo reunir el dinero necesario para adquirir otro buque más rápido, de 47 metros, el Edgewater Fortune, que se enfiló hacia Amchitka mientras el Cormack volvía a casa.

Empezó entonces una carrera contrarreloj, pues el presidente Nixon había marcado como fecha límite para la siguiente prueba el 4 de noviembre de 1971.

El Fortune, rebautizado como Greenpeace II para el viaje, zarpó de inmediato, pero perdió bastante tiempo debido a una tormenta cuando iba camino de la isla.

A pesar del valeroso intento, el Fortune estaba todavía a 1.100 kilómetros de su objetivo el 6 de noviembre de 1971, cuando el secretario de la AEC, Schlesinger, ordenó que la bomba fuera detonada.

El seísmo que se produjo entonces fue potente, pero de orden político: las continuas manifestaciones públicas contra las pruebas hicieron imposible al gobierno de Estados Unidos continuar con las pruebas en Amchitka. Después de cuatro meses de silencio, la AEC anunció el final de las tentativas en el archipiélago aleutiano por “razones políticas y de otra índole”. La voz de Greenpeace se había escuchado, y la pequeña isla de Amchitka estaba a salvo.

Esta fue la primera victoria de Greenpeace, pero desde entonces se han sucedido muchas más. En 2021 tiene oficinas en 55 países y tiene 3,2 millones de socios.

Historia de Greenpeace: http://archivo-es.greenpeace.org/espana/es/Por-dentro/Greenpeace-Internacional/Historia/