Lluvias ácidas, emisiones tóxicas de gas y contaminación de acuíferos son los tres principales peligros para la salud y el medio ambiente que representa la erupción de Cumbre Vieja. Así lo explica el consejero de Transición Ecológica del Gobierno de Canarias, José Antonio Valbuena, quien señala que, de hecho, algunos de los desalojos que se están ordenando entre la población afectada están motivados precisamente por las elevadas emisiones de gases que se están generando desde el volcán.

Se trata sobre todo de CO2 y de dióxido de azufre, SO2, que en función de cómo evolucionen las cosas podrían obligar al uso de mascarillas con filtro (más eficaces que las usadas contra el covid) entre la población de la zona.

Estos gases son tóxicos para el ser humano y, de hecho, la única víctima mortal que ocasionó la erupción del Teneguía, también en La Palma, en 1971, fue debida a la inhalación de este tipo de emisiones.

Dichas emanaciones de CO2, SO2 y ceniza pueden provocar dolor de cabeza, vómitos, asfixia e irritación en ojos y piel, así como daños en cultivos e infraestructuras. El volcán de La Palma ha emitido ya a la atmósfera entre 6.000 y 9.000 toneladas diarias de SO2. La nube formada por los gases, advierten los expertos, puede recorrer centenares de kilómetros y, según cuál sea el régimen de vientos, puede llegar incluso hasta el archipiélago de Madeira o la propia Península Ibérica, pero siempre con un impacto ya muy atenuado.

En La Palma, “las concentraciones de ceniza han ido aumentando, en cuanto a partes por millón (ppm, la medida habitualmente usada) y la gente ya nota algún tipo de afección”, señala Valbuena.

De hecho, el Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca) advierte de que las cenizas procedentes del volcán pueden causar “lesiones en las vías respiratorias, los ojos y las heridas abiertas, así como irritación en la piel”, por lo que no hay que exponerse a dichas cenizas.

Estos gases, sin embargo, pueden provocar un segundo riesgo asociado, que afectaría tanto al medio ambiente como a la propia salud humana: las lluvias ácidas. Es un fenómeno que se producirá en caso de que se formen precipitaciones en la zona de La Palma afectada y el agua pluvial se combine con el SO2.

“Esta eventualidad tendría un efecto importante sobre la vegetación que no haya sido afectada por la lava, porque produce pequeñas quemaduras, y también afectaría a plantaciones de cultivo”, señala el consejero Valbuena.

Cultivos plataneros se quedan sin agua

En cuanto al agua subterránea de la isla, el consejero de Transición Ecológica del Gobierno de Canarias señala que se están vigilando muy de cerca los acuíferos de la zona en previsión de posibles episodios de contaminación. “Sobre todo, existe un acuífero muy importante que hace de trasvase desde un lado al otro de la isla y se está siguiendo con mucha atención”, señala Valbuena.

Pero los problemas relacionados con el agua ya han empezado. Valbuena confirma que existen explotaciones plataneras del entorno de Cumbre Vieja que se han quedado sin suministro de agua para el riego, lo que pone estos cultivos en una situación muy comprometida. No en vano, esta es una de las áreas de la isla más importantes en cuanto a este cultivo, si no la que más, de toda la isla.

“Estamos diseñando de forma exprés medidas alternativas para volver a suministrar ese agua que se ha visto interrumpida; no sabemos la superficie afectada, pero es un número importante”, afirmó.

Las plataneras de esta área pueden ser una de las principales víctimas de la erupción. No existen aún cifras sobre las hectáreas afectadas, pero el evento vulcánico “tendrá efectos inevitables sobre esta actividad y supondrá un vuelco sobre este sector productivo, que es vital para esta parte de la isla”.

En cuanto a los daños ocasionados sobre el ecosistema de bosque de pino canario y laurisilva que hay en el parque natural de Cumbre Vieja, el consejero señala que se han producido algunos incendios forestales derivados de la propia expulsión de lava, “pero han podido ser controlados”. En todo caso, restó importancia a los daños en esta materia, puesto que “el pino canario es resistente al fuego y está adaptado a estas lavas; es el único elemento natural que se adapta a ellas”.

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