No eran raras las noticias sobre pequeñas islas deshabitadas que empiezan a hundirse por la subida del nivel del mar. Sin embargo, conforme el problema va agravándose, ya empiezan a conocerse pueblos y pequeñas ciudades enteras que sucumben bajo las aguas por culpa del cambio climático. Uno de los casos más destacados es el de Tangier (Virginia, EEUU), que ya explicó Verde y Azul recientemente. Pero más dramático aún es el caso de Tuvalu, un país insular del Pacífico con miles de habitantes que ven cómo en pocas décadas deberán abandonar su casa.

El caso de Tuvalu (cerca de Samoa, Fidji o Kiribati) ha saltado a la opinión pública gracias a la mediática fotografía de su ministro de Exteriores, Simon Kofe, dando un discurso para la COP26 de Glasgow desde su isla y con el agua hasta las rodillas. Así, metido en el agua, con traje y corbata y hablando ante el atril, se dirigió Kofe a los líderes mundiales para pedir que actúen urgentemente. “Nos estamos hundiendo”, señaló el político de Tuvalu.

La isla es pequeña (26 kilómetros cuadrados, solo un poco menos que La Graciosa, en Lanzarote), pero está densamente poblada: 12.000 habitantes, según el último censo oficial. Se trata del típico atolón asentado sobre un arrecife de coral, por lo que su altura máxima sobre el nivel del mar es de cuatro metros.

Esto hace que la subida del nivel del mar que está registrando el planeta debido al calentamiento y el consiguiente deshielo de glaciares y masas heladas polares se esté cebando en territorios de este tipo. Pero, como dijo el propio ministro de Tuvalu, “lo mismo le está ocurriendo a todo el mundo”, no solo a ellos.

Y, sin embargo, Tuvalu puede dejar de existir dentro de treinta años si las cosas siguen así. Los pronósticos no son nada buenos.

El propio ministro ha explicado a la BBC que la mayor temperatura que está registrando el océano provoca el blanqueamiento de los arrecifes de coral, debilitándolos y erosionándolos, pese a que son vitales para la protección costera, pues actúan como una barrera natural frente al oleaje.

Sin agua para beber o cultivar

Sin embargo, no es este el único problema, porque cada vez está salinizándose más el acuífero subterráneo de la isla, que provee de agua potable a la población, pero también permite mantener los cultivos de los que se alimentan sus habitantes.

La intrusión de agua marina hace que los 12.000 habitantes de Tuvalu dependen ya del agua de lluvia para beber y cocinar, mientras que su alimentación va dependiendo cada vez más de la importación de productos. Los alimentos llegan desde el exterior tanto en barco como por aire, gracias a la pista de aterrizaje que atraviesa gran parte del pequeño territorio insular.

Tuvalu forma parte de la Alianza de Pequeños Países Insulares (OASIS, en inglés), que cuenta con 39 miembros asociados, básicamente otras pequeñas islas-estado del Caribe y el Índico, como Barbuda, Antigua o Maldivas. Nació con el objetivo de hacer frente común contra los efectos del cambio climático y reclamar medidas y ayudas concretas a los países más poderosos.

Cuando intervino ante la COP26, el presidente de Antigua y Barbuda, Gaston Browne, recordó algo que ya todos saben: siendo los países que menos gases han emitido a la atmósfera, son los que más están sufriendo los efectos del calentamiento global. “Nuestros países son los menos responsables del daño al medio ambiente global, pero somos nosotros los que pagamos el precio más alto”, declaró entonces.

Los científicos vienen alertando desde hace años que atolones como los de Tuvalu serán inhabitables a mediados de este siglo, por lo que es necesario plantearse qué hacer.

Los residentes en la isla están abocados a ser evacuados y buscar otro hogar. Sin embargo,  tal y como informaba la BBC, el gobierno de Tuvalu quiere evitar su desaparición como Estado incluso si su territorio llega a quedar sumergido bajo las aguas. Por ello, el ministro Kofe busca cauces legales en el derecho internacional para seguir siendo considerado un país, incluso si éste desaparece en el terreno físico. Son situaciones, como él mismo reconoce, totalmente nuevas pero que deberán plantearse a partir de ahora.

Lo que tampoco quiere Kofe es que la reubicación de la población de la isla a otro lugar sea presentada como una solución por parte los grandes países contaminadores para así poder seguir con sus emisiones de gases de efecto invernadero, como si nada hubiera pasado.

Fuente de la foto principal: ecoheromagazine

Artículo de referencia: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-59393226

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