La Dolce Vita en el Trastevere: un paseo gastronómico por las tabernas y mercados tradicionales de Roma

El arte y la arquitectura asombran en cada rincón de Roma, pero hay un barrio donde la esencia romana no habita ni en sus museos ni en sus monumentos. Es en sus calles y plazas, repletas de vida, donde podremos experimentar otra parte de la experiencia en la capital de Italia, la de sus sabores. Hablamos de Trastevere, uno de los barrios más pintorescos de la ciudad.

Localizado en la orilla oeste del río Tíber, tal y como indica su nombre, cuyo significado es “al otro lado del Tíber”, este rincón desvela la personalidad romana más irresistible. Una parada obligatoria en todo viaje a esta metrópoli eterna donde no faltan grandes dosis de tradición, pasión y sabor. 

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Un paseo por Trastevere

Este barrio romano es como un pequeño pueblo dentro de una gran ciudad. Basta un paseo por su entramado de callejuelas, que desembocan en encantadoras plazas, para ser partícipe del día a día local. Un paseo con el que enamorarse de todas sus estampas: las fachadas –por las que trepan buganvillas- pintadas con tonos cálidos, los balcones con la ropa tendida o sus terrazas a la vuelta de cada esquina.

Las raíces del Trastevere se remontan a la época etrusca, y su fuerte identidad bohemia, con toques rebeldes, se ha mantenido a lo largo de los siglos mientras que el resto de urbe mutaba a su alrededor. Aquí el turismo también está presente, por supuesto, pero a un ritmo mucho más pausado y tranquilo. 

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Durante el día es el  momento idóneo para visitar lugares como la Basílica de Santa María, una de las más antiguas de Roma, que destaca por sus mosaicos dorados. Aunque la mejor forma de dejarse cautivar por los atractivos del barrio será paseando sin rumbo para perderse entre patios y coquetas cafeterías. 

Cuando llega la noche, Trastevere se transforma por completo y sus calles se llenan de vida, impregnadas con el aroma inconfundible de la gastronomía italiana. Platos de pasta y pizzas recién horneadas se sirven, maridadas con un buen vino, en sus trattorias y osterías, distinguiéndose por ser uno de los paraísos para los amantes de la buena cocina.

Sucumbimos a esta tentación culinaria degustando una pasta amatriciana o un cacio e pepe en alguno de sus mejores restaurantes, entre los que destacan Tonnarello, Nannarealla o Cajo e Gajo. Cada establecimiento aquí tiene su propia personalidad. Algunos están escondidos tras puertas sin cartel, preservando negocios familiares solo conocidos por los romanos, y otros son restaurantes rústicos, cuyas mesas están decoradas con los tradicionales manteles de cuadros rojos. Tampoco faltan pequeñas vinotecas donde se sirven tapas con vinos naturales. Sea cual sea la opción elegida, permitirá saborear desde los platos más típicos a otros como saltimbocca alla romana, las supplì -las crujientes croquetas de arroz rellenas de queso- o la trippa alla romana. 

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Otro lugar donde siempre conviene hacerse con los sabores locales son los mercados. El barrio del Trastevere cuenta el Mercado de San Cosimato, uno de los más auténticos de la ciudad. Aquí no encontrarás los típicos puestos turísticos de productos locales a precios desorbitados, sino que podrás disfrutar viendo a los vecinos haciendo sus compras diarias entre puestos de frutas, verduras, embutidos y quesos.