Con la pandemia pasando, cada vez son más parejas que vuelven a planificar su boda, animados por la situación. Después de más de un año sin celebraciones o con restricciones, con la llegada del buen tiempo se espera un boom de enlaces, lo cual en algunas ocasiones puede ser un problema para los invitados, que ven cómo se acumulan varias bodas y no pueden ir a todas. O quizá incluso no quieren.

Otoño es la estación clave del año para las invitaciones de boda, ya que es el momento en el que se anuncia el compromiso a los asistentes. De hecho, se suele gestionar entre 8 y 12 meses antes del enlace, ya que el periodo preferido para darse el "sí quiero" sigue siendo el verano y es necesario planificar tanto que se necesita tiempo. Además, es imprescindible que los asistentes bloqueen cuanto antes la fecha para que la tengan en cuenta.

Pero no solo hay concentración de bodas en unos meses concretos. También en el día, con el sábado como jornada elegida en su mayoría, como en las horas, ya que un 75% tienen lugar a partir del mediodía. Es decir, es fácil predecir que habrá un enorme aumento de enlaces y los invitados se verán obligados a elegir. Además, también hay que tener en cuenta que ser invitado a la boda puede ser un problema en lo económico, ya que acudir a una no es precisamente barato por el regalo a los futuros esposos.

Invitados fantasma

Pero para la pareja también es muy caro el enlace matrimonial, por lo que cada asistente que no acude supone un problema. El 15% de los invitados previstos acaba por no ir a la boda, uno de cada seis. Contando que el coste medio de una boda ronda los 20.500 euros y que la lista oficial de familiares y amigos se sitúa en 130, esta bomba de humo supone una pérdida de más de 3.700 euros si no se avisa con antelación, por lo que es una cuestión de cortesía avisar con tiempo.