Escobar y fregar los suelos, limpiar la vajilla y otras tantas tareas en el hogar se suelen realizar cada día, pero otras labores se suelen dejar para más adelante porque requieren más tanto trabajo. Suelen ser tan tediosas y cansadas que al final el tiempo va pasando y cada día nos da más pereza hacerlo.

Limpiar las persianas es una de esas tareas que cuesta realizar. En verano hay demasiado calor y en invierno, demasiado frío. Además, se ensucian con facilidad y requiere un esfuerzo y un tiempo que puede generar rechazo de primeras, por lo que es imprescindible conocer los trucos definitivos para conseguir unas persianas que parezcan nuevas y que además apenas te costarán tiempo.

¿Cómo limpiarlas a fondo?

Igual que para limpiar los cristales y los muebles no se utilizan los mismos productos, para las persianas ocurre lo mismo. El color será clave, ya que aunque el blanco es más bonito y luce más, también es bastante más complicado dejarlo como los chorros del oro. E igual sucede con el material, porque puede ser de madera, de plástico, de PVC...

Hay multitud de opciones, pero en general con agua y jabón neutro se puede eliminar con facilidad la suciedad más sencilla y conseguir que vuelva a brillar, pero en ocasiones esa suciedad está muy pegada y se necesitarán usar productos específicos (eso sí, importante que no sean abrasivos) o conseguir una vaporeta, un aparato de limpieza difícil de encontrar en los hogares por su precio.

Aparte, tampoco es lo mismo limpiar las persianas por dentro, que no acostumbran a ensuciarse tanto, que hacerlo en su parte exterior, ya que está mucho más en contacto con el aire, el polvo y la tierra, e incluso a los pájaros.

Lavarlas por fuera

Si se tiene acceso a las persianas exteriores desde dentro de la casa la tarea resulta mucho más sencilla, simplemente será necesario dejar la persiana parcialmente bajada para que las ranuras queden abiertas y se pueda tener acceso, ya que es el lugar en el que más se acumula la porquería.

Después, con un cepillo de cerdas blandas, se pasa de arriba a abajo por toda la persiana para mover la suciedad y ya se remata la faena con un aspirador, para terminar de captar y eliminar todas las impurezas. Una vez ya no tenga el molesto polvo será momento de utilizar una bayeta de agua y jabón neutro por toda la superficie sin excepción y secarla con un trapo de algodón.

¿Y si no puedo acceder al exterior?

En ese caso será un poco más difícil, pero tampoco te apures. Simplemente será necesario hacerlo con la persiana enrollada con la ayuda de una escalera. Con agua y jabón se va pasando la bayeta y al mismo tiempo se va desenrollando poco a poco hasta que veamos que toda la persiana ha quedado limpia. Tras ello, la secamos con el trapo de algodón y nuestras persianas serán la envidia del vecindario.