El fregadero es, paradójicamente, uno de los lugares de la cocina en los que más suciedad se acumula. A la hora de limpiar los cubiertos, las ollas, sartenes y otros utensilios se llena de grasa y de restos que se quedan en la superficie y que también se cuelan por la tubería.

Se pueden generar atascos, pero al estar esos restos de comida en contacto con la humedad constante y sin movimiento se acaban descomponiendo y generando unos malos olores que son especialmente desagradables. También los jabones y los detergentes si se quedan parados pueden ocasionar la aparición de bacterias y hongos que también son especialmente atrayentes. Más bien todo lo contrario.

Tampoco unas tuberías con muchos años ayudan. Puede ser que se haya creado moho por el paso del tiempo y sobre todo por los niveles de humedad que hay en esa zona y al final, entre unas cosas y otras, el fregadero huele mal y crea un malestar general por toda la cocina que se puede extender a la casa.

Dos clásicos

De primeras más vale intentar prevenir que curar. Por eso es imprescindible que en todas las casas haya una rejilla que tape el agujero del desagüe para que los restos de comida más grandes se queden atrapados y no vayan directos a las tuberías. Pero a veces se pueden mover o no ser completamente efectivos.

La mezcla es un clásico de la sección de trucos de limpieza, porque se utilizan dos productos que todos tenemos en casa y que en combinación crean una reacción muy potente. Se trata del vinagre blanco y el bicarbonato sódico, una combinación muy eficaz y que sirve para multitud de elementos de limpieza de la casa por un medio más natural y ecológico.

Para ello simplemente deberás unir media taza de bicarbonato por el agujero del desagüe. Mientras, pon a hervir un litro de agua y cuando esté cerca de su punto de ebullición echa un vaso de vinagre blanco y remueve. Espera a que empiece a hervir y cuando lo haya conseguido apaga el fuego y vierte poco a poco por el agujero del fregadero la mezcla de agua y vinagre.

Es muy importante que el agua esté muy caliente, porque así más poder limpiador tendrá, de ahí llevarla hasta su punto de ebullición. No te sobresaltes con la reacción con el bicarbonato porque es completamente normal. Si los resultados no te terminan de convencer del todo, repite el proceso y verás como merece la pena.