Tomar un vaso de leche por la noche nos evoca a nuestra infancia, a ese momento poco antes de dormir de paz, calma y tranquilidad. El final de un día cargado de emociones fuertes y aprendizajes. Ahora que somos más mayores esa buena costumbre deberíamos retomarla o continuarla, pero siempre respetando unas normas básicas para que no se convierta en algo perjudicial para nuestra salud.

No son pocos los estudios que han destacado la importancia que tiene la leche a última hora del día, poco antes de marcharnos a la cama. Y los motivos son muchos por sus buenas propiedades para nuestro organismo.

No le añadas cacao ni azúcar

Antes de nada hay que dejar claros varios aspectos. El primero de todos es que no se le debe añadir café (y mucho menos con cafeína antes de irnos a la cama porque es un estimulante) ni mucho menos ningún tipo de azúcar, edulcorante o cacao soluble, precisamente porque está lleno de azúcar. Es decir, hay que tomarla sola o, como mucho, con una cucharadita pequeña de miel natural.

Por otra parte, se recomienda que se tome tibia, templada o algo caliente pero no mucho para que se absorba mejor en el cuerpo, aunque tampoco es algo que tenga una enorme incidencia. Es decir, si te gusta fría o muy caliente, adelante.

¿Por qué es tan buena?

La lecha tiene un alto contenido en triptófano, que es un aminoácido que promueve la liberación de serotonina, que muy resumido se la conoce como la hormona del sueño, si bien también está asociada al placer. Es decir, ayudará a que nos relajemos, a bajar los niveles de estrés y a coger el sueño mejor, más rápido y más profundo. También el zinc y el magnesio ayudan a ello.

Pero también hay un consejo que debes seguir y que es muy importante y es no tomar la leche ni durante la cena ni justo después de ella, es decir, en el postre. Espera un rato, media hora o una hora, para tomarla.

Por otra parte, si no se le añade nada como te hemos dicho, tiene muy pocas calorías y es muy saciante. De hecho, un vaso de leche desnatada solamente tiene 66.

Otro clásico es su contenido en calcio, que es idóneo para toda la vida. Cuando somos más pequeños, para el crecimiento de los huesos y en edad adulta y avanzada para su fortalecimiento.

Y por último, al ser un alimento alcalino y de fácil digestión (salvo que tengas problemas con la lactosa, aunque recuerda que se vende leche sin lactosa) previene la acidez y cuida la salud del estómago.