Posiblemente te hayas fijado que las toallas y las sábanas de los hoteles son siempre blancas. De hecho, si has encontrado uno en el que no sea así será totalmente casualidad y anecdótico, porque no es la tónica habitual para nada y tiene varios motivos. No es una decisión casual ni mucho menos y hay varias explicaciones.

La razón principal tiene un punto de marketing. Esta tradición tiene su origen en 1990, cuando las cadenas hoteleras Westin y Sheraton empezaron a poner este tipo de ropas y se dieron cuenta que sus clientes pensaban que las habitaciones habían sido renovadas más frecuentemente y que daban mayor sensación de limpieza.

Y es verdad, porque el color blanco, si está impoluto y radiante, es el que mejor da cuenta de una buena limpieza, mucho más que los oscuros. Lo cual, a los clientes, les da una buena impresión al ver que todo está como ellos esperan cuando llegan a un establecimiento hotelero.

Ahorro de dinero

Tienen más vida útil.

Poco a poco fue extendiéndose entre los hoteles esta concepción, que además tiene otro componente bien práctico. El caso es que son mucho más fáciles de lavar, porque con el paso del tiempo las ropas de colores van perdiendo precisamente el color, se ven más desgastadas y a los clientes les gusta que esté todo a la perfección.

Con las toallas y sábanas blancas se evita este problema y, además, se tienen dos grandes ventajas. Una es que se pueden poner lavadoras específicas de este color de manera más sencilla y la otra que así se puede usar la lejía, que en cantidades adecuadas y bajas tiene un enorme efecto blanqueador, lo que aumenta la vida útil.

Por último, también hay que tener en cuenta que el algodón blanco cuesta menos que el algodón de color y con el paso del tiempo, cuesta más verlo peor y más envejecido que si fuera con algún color o estampado. Así que los hoteles, especialmente los más grandes, ahorran una gran cantidad de dinero por esta decisión.