Las manchas de aceite son de las más peleonas sin duda y cada vez que caen en la ropa nos echamos las manos a la cabeza y con razón porque son muy difíciles de quitar, tanto que generalmente con meter la prenda a la lavadora no bastará. Se necesita algo más para que se marcha definitivamente.

De primeras el mejor consejo es que, en cuanto caiga la mancha y la detectes no hagas nada. Es decir, no trates de limpiarla sin más con un trapo porque lo más probable es que la vayas extendiendo por más fibras de la ropa, lo cual solo va a agravar un problema ya de por sí complicado.

La segunda recomendación es actuar cuanto antes, porque el aceite tiene la capacidad de anclarse y pegarse a la ropa y, si eso pasa, será mucho más difícil quitarla.

Pero no te apures, si ha caído una mancha, no te has dado cuenta y lleva ya un rato largo no significa que debas tirar la prenda porque no hay nada que hacer. Eso sí, hay que seguir unos pasos y unos remedios para conseguir que se marche y no se quede viviendo ahí para siempre.

El truco definitivo

Lo primero es retirar el exceso de una manera que, como ya te hemos dicho, no se extienda. Para ello con un simple papel de cocina absorbente será más que suficiente. Hay que hacerlo con cuidado, pero logrará quitar una parte del aceite.

Acto seguido entra en escena uno de los grandes clásicos de la limpieza y que nunca falla: el bicarbonato sódico. Es una de las grandes maravillas de la química y para la limpieza del hogar e incluso de las superficies es muy eficaz. Y para las manchas, un quebradero de cabeza. Aunque generalmente se suele mezclar con agua, este no es el caso. Simplemente échalo encima de la mancha y déjalo aproximadamente una hora que actúe.

El siguiente paso es frotar con un cepillo, que puede ser uno pequeño especial o uno de dientes que ya no se use. Después echa un poco de detergente de la lavavajillas líquido, el clásico Fairy o Mistol o similar. El motivo es que para este tipo de manchas es más efectivo, aunque parezca extraño.

Frota enérgicamente y a la lavadora al máximo de temperatura que permita la prenda. Si en la etiqueta dice que no se debe lavar a más de 30º, pues a 30º. Si no hay restricciones, al máximo posible. Lo más normal es que, si se ha actuado rápido, haya desaparecido, pero si sigue ahí repite el proceso hasta que no haya ni rastro.