Son muy parecidas. Tienen el mismo color o muy similar, ese clásico amarillo suave, el nombre también se parece, están al ladito en el supermercado, el aspecto es muy similar y la textura tampoco difiere tanto. Sin embargo, son dos productos diferentes y con diferencias.

Aparte salen a la luz algunas preguntas que suelen ser recurrentes y que van más allá de sus simples diferencias. ¿Es alguna más saludable que la otra? ¿Engorda uno menos que la otra? ¿Por qué se recomienda más una que la otra?

Sus diferencias

Lo principal es su origen. La mantequilla es de origen animal, ya que proviene de la leche y es un 20% de agua y un 80% de grasa, de ahí su textura y su tacto. Al ser animal contiene colesterol y es una fuente de lípidos y vitaminas liposolubles.

La margarina, en cambio, es una grasa de origen vegetal que ha sido sometida a procedimientos industriales, como la hidrogenación y la transesterificación para que pase de ser líquida a ser sólida. A diferencia de la mantequilla no tiene colesterol y sus vitaminas son la A y la E. Pero a cambio tiene muchos más aditivos y es menos natural que la mantequilla, ya que tiene colorantes, emulsionantes y aromatizantes.

La margarina surgió en el siglo XIX gracias, en parte a Napoleón, que quería una alternativa a la mantequilla que fuera más barata y se logró a través del sebo del vacuno. De todos modos, vivió su gran auge gracias a Alemania en la Segunda Guerra Mundial, porque los soldados necesitaban energía barata, y en Estados Unidos hace unos 30 años, cuando se demonizó la mantequilla (que es muy usada para cocinar, al contrario que en España) por el colesterol.

El mayor problema es que en el proceso de hidrogenación para que se convierta en sólida se producen las grasas transaturadas, que son las que se encuentran en la bollería industrial y que son las peores.

De todos modos, ahora existen alternativas de margarinas que también tienen origen animal y en ambos casos se venden algunas con menores índices de grasa. En definitiva, ten en cuenta que tienen un gran nivel de lípidos, por lo que su consumo debe ser esporádico y moderado y deberás poner en la balanza el origen animal o vegetal, la presencia o no de colesterol y las grasas trans.