Limpieza del hogar

El truco para eliminar toda la grasa de las sartenes sin dañar el antiadherente

Se emplea un barato producto que todos tenemos en casa

La cocina es uno de los lugares que más limpios deben estar siempre porque es el lugar en el que cocinamos y preparamos los alimentos que van a acabar en nuestro organismo, por lo que hay que eliminar al máximo posible bacterias o patógenos para evitar problemas.

Y ya si nos referimos a los propios utensilios que emplear a preparar para ello, mucho más. Por ejemplo, los cubiertos siempre tienen que estar impolutos, la vajilla, la tabla de la cocina (la cual se suele limpiar y desinfectar de forma errónea) y, por supuesto las sartenes.

Ahí directamente se cocinan los alimentos y, debido a que lo hacemos con aceite, mantequilla u otras grasas es evidente que se llena de estos líquidos viscosos y nada agradables al tacto. Seguro que alguna vez los has tocado y sabrás lo difícil que es retirar todos los restos y las sartenes no son menos.

El truco

Pero no te apures, porque solo es difícil quitar la grasa de las sartenes y dejarlas impecables si no sabes cómo hacerlo. Pero además siempre surge una gran pregunta para hacerse y es cómo eliminarla sin dañar la propia sartén. Está preparada para ser antiadherente y, aunque con el tiempo se va desgastando hasta que finalmente hay que tirarla, conviene alargar su vida útil.

Para no dejar ni rastro de la grasa solo vas a necesitar una cosa que tienes en casa a buen seguro: sal. Nada más. Si es gorda, mejor, porque al ser más grande actuará como un mejor abrasivo natural, pero sirve cualquiera.

Y su uso para limpiar no puede ser más fácil. Simplemente llena de agua la sartén tras retirar al máximo el aceite o la grasa que haya, agrega sal y ponla al fuego. Cuando esté caliente, friégala de forma normal y la sal habrá ayudado a que salga la grasa y, además, sin dañar sus propiedades antiadherentes lo más mínimo.

Pero también sirve para quitar restos de comida, empanados, rebozados o lo que sea que se haya quemado y pegado. Echa un puñado gordo de sal en la sartén, vuelve a calentar y ve removiendo la sal por la superficie. La sal, al ser granulada, irá retirando los restos. Por último, friégala y listo.