Hacer tortilla de patatas es uno de los grandes placeres que tenemos. Pero más placer es consumirla. De primeras es preciso recalcar que para gustos están los colores y las tortillas de patata siempre están en los eternos debates, igual que el Cola Cao o el Nesquik, si la playa o la montaña o la carne muy hecha, al punto o poco hecha. En este caso hay dos grupos bien diferenciados, que son aquellas personas que consideran la tortilla perfecta cuajada o poco cuajada y los que emplean cebolla pochada y los que no.

También los hay puristas que consideran que como mucho debe tener cebolla, huevo y patatas, mientras que hay otros que se atreven con otros ingredientes que también le dan mucho carácter y personalidad. En el gusto está la virtud.

Ahora bien, te guste como te guste y la hagas como la hagas, llega un momento en el que hay que darle la vuelta para que se cuaje por el otro lado. Eso es indispensable y un paso totalmente necesario. Hay quien usa una especie de tortilleros, utensilios especialmente pensados para ello. Otras personas emplean un plato grande o una tapa de sartén, lo que tengan a mano. Será por posibilidades.

Truco muy sencillo

Y también, uses lo que uses, el huevo y la patata que todavía no se han cuajado, cuando entran en contacto con el plato, la tapa o lo que sea hacen que la tortilla se frene y que no caiga como es debido de nuevo al fuego.

Para impedir ese efecto y que resbale como es debido la tortilla, el prestigioso chef Dani García, cocinero con tres estrellas Michelin, tiene una solución muy fácil e ingeniosa y es mojar el utensilio que vayamos a emplear con unas gotas de agua. Notarás cómo la parte cruda de la tortilla resbala a la perfección y ya solo quedará terminar de cuajarla y disfrutarla, que siempre es lo mejor de la tortilla de patatas.