Por qué somos los únicos europeos que usamos persianas

Aunque parezca algo indispensable en cualquier hogar, no es común verlas en el resto de países de Europa

La función de las persianas es indispensable en los hogares españoles con la entrada del verano. Su principal función es evitar que todo el calor se concentre dentro de nuestros domicilios. España y sus habitantes tienen muchas peculiaridades. Una de ellas es el uso de persianas, un elemento que resulta indispensable para protegernos del sol tan intenso del que podemos disfrutar durante prácticamente todo el año. Sin embargo, esta costumbre tan arraigada no es común en el resto de países de Europa.

De hecho, resulta casi imposible encontrar una persiana una vez traspasemos las fronteras españolas. En el resto de países se sustituyen por cortinas o estores de mayor o menor grosor cuya función no es esconder por completo los rayos de sol que puedan entrar por las ventanas.

La ausencia de persianas en el resto de países europeos tiene varias explicaciones. Aunque algunas tienen que ver con la comodidad y necesidad de protegerse del sol, otras responden a motivos históricos.

El país con más sol

España es uno de los destinos favoritos de los europeos para los europeos durante el verano. Y no es para menos. Ser el país con más horas de sol al cabo de un año lo convierte en un país muy atractivo. Aunque parezca que es una situación ideal, lo cierto es que también tiene sus desventajas.

Para protegerse del sol durante las primeras horas de la mañana, o del calor durante las horas centrales, los españoles tienen que usar las persianas. Estas también sirven para controlar la temperatura dentro del hogar, que aumenta si se utilizan aparatos de calefacción.

Motivos históricos

Las diferencias religiosas de los países europeos puede ser otra razón de peso para que el resto de territorios europeos no utilicen persianas. Los protestantes, que predominan en Europa, defienden que la divinidad es la que les va a juzgar, sin importarles lo más mínimo lo que el resto de personas puedan pensar. Por ello no hay miedo a la ostentación ni a mostrar la pobreza y carecen de persianas.

Mientras que la ética católica se preocupa más por las opiniones de la gente y provoca conductas más introvertidas que ocultan lo que ocurre en el interior del hogar. Las persianas ayudan también a que el resto no perciba lo que sucede dentro de la casa.