Si compras pollo envasado en el 'súper' ten cuidado: un experto alerta del engaño

Leer bien la etiqueta es fundamental antes de adquirir este producto, ya que a menudo no es lo que parece

Pechugas de pollo crudas.

Pechugas de pollo crudas. / Freepik

El pollo es un producto estrella que no puede faltar en la mayoría de los hogares. Es fácil de cocinar, se puede utilizar en numerosas recetas, es bajo en grasas y una fuente rica en proteínas (contiene los 9 aminoácidos esenciales), vitaminas del complejo B y minerales. Sin embargo, los expertos piden tener cuidado al comprar pollo envasado, porque no todo es carne.

Si bien muchos consumidores se fijan antes en el precio que en la calidad del producto, leer bien las etiquetas de algunos alimentos básicos (como los lácteos o la carne) puede evitar que nos vendan gato por liebre. Y en el caso del pollo envasado, tal y como advierten los nutricionistas, se ve expecialmente fácil.

Pablo Ojeda, reconocido especialista en nutrición, puso sobre la mesa del programa 'Más vale tarde' uno de los 'engaños' más comunes al comprar en el súper. Si bien reconoce que la seguridad alimentaria en España es "de lo mejor que hay en Europa", es importante saber cuánto hay de pollo en los envases que adquirimos. Y no solo por una cuestión de calidad, sino también de cantidad.

Pagar por lo que no es pollo

Leer bien el envase puede salvar al consumidor de dos asuntos. No abusar de alimentos ultraprocesados en la cesta y no gastar más dinero de lo que realmente vale un producto. Sobre esta segunda cuestión, en el caso del pollo envasado, el dietista Pablo Ojeda pone el foco.

"Hay muchas veces, cuando venden pollo, que gran parte del pollo es agua, aunque se venda fileteado", asegura Ojeda en el programa 'Más vale tarde'. "Cuando lo metes en una sartén, lógicamente, se reduce, encoge un poco... Ahí sí te pueden dar gato por liebre. Por eso es importante leer las etiquetas".

Por otro lado, el experto desvela una forma de saber que el producto es realmente lo que parece: "Cuando solamente hay un único ingrediente —pollo, en este caso—, por ley, no es obligatorio poner ingredientes"

Otros fraudes similiares

Ojeda no duda en señalar otros engaños alimentarios en los que suelen caer los consumidores, no solo en el súper sino también en restaurantes. Un claro ejemplo es el atún rojo, al que le suelen echar un "colorante alimenticio que es inocuo", afirma el experto. Por ello, pide prestar atención al precio: el atún rojo ronda los 30 o 40 euros el kilo, "mientras que el atún normal cuesta 9 o 10 euros el kilo".

Otra engaño muy común es la chuleta de buey, cuyo precio real ronda los 150 euros el kilo. Si el coste es sustancialmente menor a esa cantidad, no es buey sino vaca vieja. Para evitarlo, Ojeda recomienda fijarse en la veta y la distribución de la grasa, diferentes entre ambas carnes.