Tras cinco aplazamientos y cambios de fecha, el martes se celebró una de las vistas más importantes en el caso que enfrenta a Alejandro Sanz y a dos de sus exempleados. Rodeado de una rigurosa protección, el cantante testificó por primera vez y durante cinco horas a puerta cerrada, en la sede de la Fiscalía Estatal de Miami.

"Tal como fue ordenado por la jueza, él dio su declaración jurada alrededor del mediodía. No se permitió que la prensa tuviera acceso a él para que no fuera molestado por los periodistas o cualquier otra persona", dijo el fiscal Michael Von Zamfit. Pese a que en las afueras de la fiscalía había una veintena de medios apostados en las dos entradas del edificio, ninguno de los periodistas logró ver a Sanz.

"No sé si tendrá que declarar de nuevo. Si la defensa lo cita para que testifique en el juicio, entonces deberá comparecer como testigo", informó Von Zamfit. Durante el interrogatorio, Sanz no respondió algunas preguntas personales relacionadas con el lugar donde vive y los nombres de algunos familiares.

Carlos González y Sylvia Helena Alzate se enfrentan a un cargo por presunta extorsión, ya que presuntamente le habrían pedido a Sanz el pago de 500.000 dólares (386.000 euros) por no divulgar ciertos aspectos de su vida privada. Debido a este motivo, el músico hizo pública, mediante un comunicado en diciembre del año pasado, la existencia de un hijo nacido fuera de su matrimonio con la modelo mexicana Jaydy Mitchel y fruto de su relación con Valeria Rivera.

A González y Alzate se les acusó inicialmente también de robo, pero dichos cargos fueron desestimados el pasado mayo. El juicio está previsto para el próximo 13 de noviembre y la jueza encargada del caso fijó audiencia para el 1 de noviembre.

El día 3 de octubre, antes de concluir su gira española, Alejandro Sanz explicó que había decidido testificar (la jueza le había citado varias veces y, al ser un caso criminal, hasta le amenazó con ir a la cárcel si no declaraba). "Estoy dispuesto", accedió luego el autor de Corazón partío.