A tres semanas de la salida de su último álbum, Carla Bruni relata en una entrevista su experiencia de mujer "de convicciones epidérmicas de izquierdas", tras haberse sumergido en "el mundo de la gente conservadora" a raíz de su matrimonio, el pasado 2 de febrero, con el presidente francés, Nicolas Sarkozy. Además de afirmar su independencia ideológica y como "mujer moderna" respecto a su marido, la cantante y exmodelo se enorgullece de haber cambiado el estilo ostentoso del jefe del Estado por un look "más sobrio", acorde con su posición.

Bruni ha elegido un rotativo marcadamente de izquierdas, Libération, para conceder su primera entrevista a un diario francés. Al dar la exclusiva a uno de los medios más críticos con la política de su esposo, la primera dama lanza un mensaje de fuerte carga simbólica a su público. Icono del progresismo y de la llamada gauche caviar parisina, la cantante intenta que su disco no se vea contaminado por los prejuicios que puede generar su matrimonio. De hecho, admite que la casa de discos ha estado tentada de colocar una pegatina con esta frase: "Podéis amar a Carla Bruni sin amar a mi marido".

Después de haber vendido dos millones de copias de su primer álbum, un fracaso del nuevo, titulado Comme si de rien n´était (Como si nada) --cuya salida al mercado se ha adelantado 10 días-- podría ser considerado como un castigo. Y el Elíseo quiere evitar a toda costa esta lectura. No en vano Bruni se ha erigido en una de las principales bazas de Sarkozy para reconquistar a la opinión pública, muy crítica con el lado frívolo y bling-bling --onomatopeya que se refiere al ruido de las cadenas de oro de los raperos y que designa la ostentación un punto hortera-- exhibido por el presidente en los primeros meses de su mandato.

"Quizá más que bling-bling fue inconsciente conmigo en los inicios", aduce Bruni para justificar el descenso en picado de Sarkozy en las encuestas a causa, en buena parte, de la exhibición de su vida privada apenas divorciado de Cecilia. En la entrevista, la cantante separa su carrera artística de su función de primera dama. "Cuando preparo un disco, me sumerjo en mi mundo íntimo. Para preservarlo, ha sido necesario desdoblarme. Era la única solución, no necesariamente para continuar siendo cantante, sino para sobrevivir", explica la exmodelo. ¿Sobrevivir? "Sí, sobrevivir al hecho de verme completamente sobrepasada por la situación exterior", aclara, en referencia a la locura mediática que ha desatado su entrada en el Elíseo.

Es una situación totalmente inédita no solo en Francia. No hay antecedentes de un jefe de Estado que se haya casado en el ejercicio de sus funciones con una exmodelo y cantante de éxito. "Hay un mundo que me era completamente extraño, el de la gente conservadora, a la que ha chocado profundamente la irrupción en el paisaje de una chica que no es francesa, que no está casada, libre de haber sido quien ha sido, que tiene un hijo...", explica esta aristócrata italiana que ya tiene la nacionalidad francesa.

CANCIÓN ROMÁNTICA

También admite haber medido las palabras de sus canciones para evitar "interpretaciones" --aunque ello no ha evitado la indignación de Colombia por una alusión a la cocaína--, y solo reconoce una referencia a su nueva vida sentimental: "En la canción Amoureuse (Enamorada), hay una frase que dice ´las calles son jardines, yo bailo sobre la acera´. Habla de la exaltación amorosa y ha sido desarrollada después de haber conocido a mi marido". Reconoce, no obstante, que su matrimonio le impedirá, por razones de seguridad, realizar conciertos, que han quedado aplazados hasta que su marido deje la presidencia de la República. La promoción se limitará a televisión. Y precisa que votaría a su marido, aunque mantiene sus profundas convicciones de izquierdas.