Inés Figaredo, madrileña de nacimiento y asturiana de corazón creció en el seno de una familia de abogados. "No se me dio otra opción que hacer Derecho. Tenía unas notas excelentes y un solo camino por delante. Trabajé en el despacho de mi padre y fui broker marítimo. Unos años muy fastidiados. El mundo financiero es muy agresivo y machista, todo lo contrario a mi naturaleza", explica esta mujer espontánea, de sonrisa amplia y franca. Después de tener su segundo hijo, estuvo en coma durante varios meses por una infección en la sangre. Al despertar decidió reinventarse y cambiar de profesión.

En el 2009, no se puede decir que el momento fuera propicio para fundar una empresa. Pero Inés ya había esperado demasiado. Basándose en la experimentación y dando rienda suelta a su "incontinencia creativa", se lanzó a la piscina.

"Soy autodidacta, empecé sin plan de viabilidad ni estudio de mercado ni nada, pero con mucha pasión y tenacidad", confiesa. Así nacieron unos bolsos únicos, totalmente atípicos, pequeñas obras de arte que reflejan el universo poético y simbólico de Figaredo.

"Después de tantos años de una vida hermética y triste, no iba a hacer un bolso convencional, me salieron de forma espontánea piezas audaces". Y encontró un auténtico filón.

Sus bolsos haute couture triunfan, especialmente en Japón y otros países asiáticos, entre las mujeres que desean distinguirse más allá del lujo. "La crisis ha cambiado los códigos, las mujeres desean identificarse con un mensaje más que con una marca en concreto", analiza Figaredo.

En tan solo tres años, se ha hecho un hueco en los escaparates más selectos del competitivo planeta fashion, empezando por el de Patricia Field, estilista de la serie Sexo en Nueva York.

La Warner le encargó los bolsos de Wilma Picapiedra y Betty Mármol, y estrellas como Lady Gaga y Miley Cyrus se han enamorado de su estilo. Piezas únicas, con vida propia, con forma de teléfono, de jaula, de mano, de calavera o de tiovivo. Su última colección, Feelings, de inspiración muy daliniana, se presentó en la semana de la moda de París, cita ineludible. Clienta asidua, la actriz y modelo española Rossy de Palma no faltó a la cita.

"Estamos en un momento de revisión total de la moda, hay una necesidad de libertad total por encima de logos. En este sentido somos una alternativa", argumenta Inés a la hora de explicar su éxito .

EL EQUIPO Con un equipo de cinco personas, que trabajan con entre 250 y 300 proveedores, la sociedad produce varios centenares de bolsos al mes, pero tiene capacidad para producir unos 10.000. De fabricación 100% española, "una opción militante", la mayor parte se confeccionan en Ubrique (Cádiz), mientras que las piezas metálicas se modelan en Barcelona.

Aunque no descarta contratar trabajos puntuales con algunos proveedores extranjeros, apuesta por sacar partido del savoir faire español. "Me quedo atónita cuando me entero de que los uniformes de la Guardia Civil se hacen en China", exclama esta mujer empeñada en hacer compatibles sus sueños con la maternidad. Ya está pensando en extender el negocio al sector de los zapatos.