Casi medio siglo ha tenido que transcurrir para que Manuel Benítez El Cordobés reconozca, en un tribunal y mediante su abogado, como hijo suyo a Manuel Díaz, fruto de una relación extramatrimonial con María Dolores Díaz, una camarera que siempre defendió la paternidad de su vástago pese al desdén del torero. La victoria llega con sabor agridulce para Manuel Díaz, quien a la salida de los juzgados aseguró: "Es un día muy importante pero no puedo estar feliz porque no me gusta que esto se haya tenido que hacer aquí".

No hizo siquiera falta que el veterano diestro (Palma del Río, 1936) se dignara a acudir a los tribunales. La prueba de ADN realizada hace unos días en el hospital universitario Reina Sofía de Córdoba después de que se iniciara el proceso el pasado mes de diciembre era la segunda, ya que la primera fue invalidada legalmente al obtenerse mediante un detective y una servilleta hurtada a escondidas.

En ambos casos el resultado era suficientemente concluyente, como adelantó el abogado de Díaz. El parentesco tenía unas probabilidades del 99,9%. Por eso, la vista celebrada ayer en la Audiencia provincial de Córdoba se limitó a que los peritos ratificaran la validez de la prueba genética.

El abogado de Benítez no la impugnó, lo que en la práctica supone reconocer la paternidad de Díaz. La sentencia llegará en unos días. Con ella en la mano, Manuel Díaz El Cordobés podría cambiarse el apellido, como hizo la otra hija ilegítima, María Ángeles Raigón Carreras, reconocida hace 16 años también por vía judicial. Pero Díaz ni se lo plantea. Tampoco la trascendencia que esta sentencia pueda tener a efectos hereditarios. "Mi vida no a va a cambiar, lo que quería es la tranquilidad de mi familia", dijo a la salida de los juzgados.

El Cordobés hijo insistió en que su objetivo con este proceso era "defender mi identidad y la de mis hijos, porque todo el mundo tiene derecho a saber de dónde viene, y si algún día ellos quieren verlo...". También reivindicar la "verdad" de su madre, María Dolores Díaz, la primera persona a la que fue a buscar para comer juntos y celebrar que "teniendo un padre de humo he logrado que mis hijos tengan un abuelo de verdad". "Era él quien tenía que demostrar que no soy su hijo, yo siempre he sabido quien soy, mi madre nunca me lo ha ocultado, ahora ya lo sabe él", apostilló.

Díaz, emocionado y sin parar de dar besos a su esposa, Virgina Troconis --quien no pudo entrar en la sala de vistas al ser a puerta cerrada--, no pasó por alto la ausencia de Manuel Benítez, aunque tampoco se sintió "defraudado" porque está "acostumbrado a estar solo" en este asunto.