Cubriéndose de la lluvia con paraguas y con el semblante serio, Guillermo y Enrique, los hijos de Diana de Gales, y Kate Middleton, visitaron ayer el jardín blanco creado en recuerdo de la fallecida princesa. Lo hicieron 24 horas antes de que se cumplan 20 años de su muerte en un fatídico accidente de coche en París.Los príncipes no tienen previsto para hoy ningún acto de homenaje a su madre ya que desean pasar la jornada en la intimidad. Su padre, Carlos de Inglaterra, se encuentra en su residencia estival de Birkhall, en tierras escocesas, mientras que la reina Isabel II se halla descansando en su residencia de Balmoral. Curiosamente, el mismo lugar donde la reina recibió la noticia del accidente mortal que acabó con la vida de la que fue su nuera y que tuvo que abandonar a requerimiento e insistencia del primer ministro Toni Blair días después de conocerse el fatal desenlace que conmocionó a Inglaterra y al mundo.

En el jardín efímero, que se levanta en el palacio de Kensington donde residía la princesa en Londres, predominan estos días las flores de tonos blancos, con algún toque de color, especialmente plantadas este año para rendir homenaje a la llamada princesa del pueblo. Delante de las vallas del palacio londinense, ramos, mensajes y fotos se han ido acumulando, igual que en aquel verano de 1997.

Para recordar de manera duradera a su madre, Guillermo y Enrique han encargado, además, una estatua de Diana que se instalará antes de fin de año en los jardines de Kensington.

SEGUIR CON SU LEGADO

Preocupados por perpetuar el compromiso de su madre y por preservar su legado, los dos príncipes se reunieron ayer también con representantes de organizaciones caritativas a las que Diana apoyaba y con los que ellos colaboran ahora. «Mi madre fue un rayo de luz en un mundo gris», señaló Guillermo a la BBC, en el documental Diana, siete días, emitido el pasado fin de semana.

Con motivo del aniversario, Guillermo y Enrique han participado este años en varios actos y documentales realizados en memoria de su madre. En la cadena BBC, ambos describieron también el estado de conmoción mientras caminaban detrás del féretro en el funeral celebrado en Londres. Desvelaron haber visto a su madre «profundamente angustiada» en los años previos a su muerte por el acoso de los paparazi.

Guillermo lo describió de una manera muy gráfica: «Una manada de perros, que la siguió, la persiguió, la acosó, la llamó, la escupió y trató de obtener una reacción airada para conseguir un fotografía». Era la primera vez que los hijos de Diana de Gales hablaban de la relación de los fotógrafos con su madre. Enrique, que tenía entonces 12 años, recordaba sentirse orgulloso de no haber llorado «nunca» en público, tampoco ese día. Y Guillermo se refería a su sentido del «deber». Por eso tuvo que caminar detrás del ataúd entre la multitud cuando una parte de él «quería irse de allí y echarse a llorar».