Kate Middleton y Guillermo toman la decisión y rompen definitivamente este vínculo familiar

Esta es la determinación que han tomado sobre el futuro de sus hijos

Kate Middleton y el príncipe Guillermo, en su último 'post' por San Valentín.

Kate Middleton y el príncipe Guillermo, en su último 'post' por San Valentín. / INSTAGRAM / PRÍNCIPE Y PRINCESA DE GALES

Abril Escalante

La llegada de Kate Middleton a la Familia Real Británica ha marcado un antes y un después en la historia de la monarquía. Desde su entrada se ha convertido en un pilar clave no solo por su elegancia y su papel institucional, sino por su capacidad para introducir cambios significativos en la tradición real.

Este proceso de transformación ha ganado una nueva dimensión después de la enfermedad de la princesa de Gales, momento en el que Kate ha podido mostrar su carácter más auténtico. Su manera de hacer las cosas, más cercana, moderna y empática, ha redefinido las expectativas sobre lo que significa ser parte de la familia real en pleno siglo XXI.

Al igual que en España, donde la reina Letizia ha logrado modernizar la imagen de la monarquía junto al rey Felipe VI, la irrupción de Kate Middleton ha supuesto una oportunidad para revisar y, en algunos casos, actualizar ciertas tradiciones que ya no tienen cabida en la actualidad.

Con su actitud firme y conciliadora, la princesa de Gales ha demostrado que la modernidad y la monarquía no son incompatibles. Y un ejemplo paradigmático de este enfoque es la reciente decisión que ha tomado junto a su esposo, el príncipe Guillermo, con respecto a un ritual que ha sido parte de la familia real durante generaciones.

Adiós a esta tradición

Este antiguo rito conocido como blooding consiste en untar la cara de los jóvenes miembros de la familia real con la sangre de su primer animal cazado, generalmente un ciervo o un zorro.

La tradición, que se remonta a tiempos de la aristocracia europea, servía como una especie de iniciación, una forma de marcar el paso de la niñez a la adultez a través de la caza. Sin embargo, hoy en día, este ritual es considerado por muchos como una práctica arcaica y cruel, especialmente en un contexto donde la protección de los animales y el respeto por la vida silvestre están más presentes que nunca en la opinión pública.

Kate Middleton ha sido una de las figuras más abanderadas en su rechazo a esta tradición, una postura que ha compartido con su esposo, el príncipe Guillermo. Según el autor Tom Quinn, en su libro Yes, Ma'am: The Secret Life of Royal Servants, Kate “ha puesto su pie en el suelo” y ha dejado claro que sus tres hijos (el príncipe Jorge, la princesa Carlota y el príncipe Luis) no participarán en el ritual de la sangre. Quinn destaca que tanto Kate como Guillermo han expresado su incomodidad con las antiguas costumbres de la familia real y consideran que ya no tienen cabida en la actualidad.

Este giro en la política familiar ha sido aplaudido por muchos, que ven en ello una señal de progreso y un paso hacia una monarquía más acorde con los valores contemporáneos. Kate, siempre conocida por su enfoque moderno y su empatía, ha demostrado que la monarquía puede mantenerse relevante al mismo tiempo que se aleja de prácticas que hoy en día pueden resultar perturbadoras o incluso traumáticas para los más jóvenes.

En un relato gráfico sobre su experiencia con el ritual de blooding, el príncipe Harry, en su libro Spare, describía cómo, a los 15 años, fue empujado por su guardabosques a sumergir su cara en la sangre de un ciervo que él mismo había matado. Según Harry el momento fue traumático: “Intenté apartarme, pero Sandy me empujó más fuerte. Me sorprendió su fuerza demencial. Y el olor infernal. El desayuno me saltó del estómago”.

Kate Middleton, al igual que muchos otros, considera que este tipo de prácticas no tienen cabida en el mundo moderno. En el mismo libro de Tom Quinn, se cita a la periodista y fotógrafa Helena Chard, quien apoya firmemente la decisión de Kate: "¿Por qué permitiría que sus hijos quedaran traumatizados por el arcaico y bárbaro ritual de la sangre? El aire libre es sinónimo de bienestar, vida y sanación, no un rito de iniciación ni la aceptación de los deportes sangrientos".

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