La revista ‘Tocado’ le concedió recientemente el premio al mejor peluquero de España por incorporar la creatividad y la excelencia como valores fundamentales de su trabajo, tanto individual como colectivo, en Yebra.

—¿Es peluquero por vocación?

—Viene de familia. Mi madre y mis tías tenían una pelu en Torrero y a mí desde muy pequeño me gustaba mucho ver cómo entraban los clientes de una forma y salían de otra. Desde entonces ha sido siempre mi pasión.

—¿Cuántos años lleva?

—Empecé a trabajar con 18 años y ya llevo 21. En solitario estoy desde el 2012, que fue cuando le hice el cambio al salón.

—Y, de repente, el premio al mejor peluquero de España.

—Fue una sorpresa maravillosa. Nos presentamos en la categoría de mejores peluqueros, donde había que presentar una colección de moda. Trabajamos con cuatro clientas y nos quedó una colección muy bonita. Era un trabajo muy geométrico, que es lo que buscamos siempre con el corte y el color. Era también un trabajo muy fino, muy minimalista.

—No es un premio cualquiera.

—No. Fue un alegrón ganarlo en Barcelona, que nos reconocieran allí como los mejores de España. Hay trabajo detrás. La peluquería es un negocio bastante complejo aunque no lo parezca. Gestionar los equipos es complicado. Puedes tener tu idea, pero esa idea la tiene que plasmar tu gente. Ahí hay una lucha constante para que ellos estén formados y motivados en el trato con los clientes.

—¿La gente es conformista?

—No. En general es bastante exigente. La gente exige cada vez más porque ven un corte en Instagram, por ejemplo, y quieren conseguir lo que se ve en la foto. Pero, claro, es difícil. Cada uno tiene su pelo. No obstante, la verdad es que confían bastante en nosotros pese a que Zaragoza es un poco complicada.

—¿Complicada por qué?

—La gente no se atreve mucho, falta un poco de osadía. Sí que es verdad que nosotros debemos provocar un poco ese atrevimiento y entonces la gente se anima. Debemos estimular a la gente para que se hagan cosas más vanguardistas.

—¿El pelo va al ritmo de la moda?

—Completamente. Siempre van relacionados. Ahora vuelve el punk de los 70, con cortes muy descargados, colores y cortes más marcados, como más a mechones. En caballero está muy de moda el tipo barbería, los rapados, los largos de arriba… Viene una época muy cañera con el pelo.

—¿Le gustaría crear alguna tendencia?

—Lo que me gustaría es que Yebra quede como marca en Zaragoza, que se vea que siempre queremos ir un paso por delante del resto. Por eso estamos siempre viajando y formándonos.

—¿Dónde ponen la diferencia?

—Estamos jugando con los sentimientos de una persona que llega para salir lo más guapo posible. Ponemos mucha pasión, además de técnica. Yo no concibo salones low cost como si fueran fábricas. La economía lo ha provocado un poco los últimos años, pero la realidad es que el cliente valora el trato personalizado. Nosotros perdemos el tiempo que sea necesario. Se trata de venir a la pelu a ponerte guapo, pero además estar guay, con tranquilidad, buen trato, buena música...