Turolense de Alloza y en ejercicio. Canta y escribe. Así lo simplifica él. Lo primero, lo ha hecho durante 50 años. Conmemora esa fecha mañana en el Principal. En el mismo escenario donde se hizo mayor la nueva canción aragonesa.

--La de entrevistas que ha hecho Carbonell en el Periódico de Aragón… Y, ahora, es el cazador cazado.

--Pues, sí. Hice siete mil entrevistas, así que un poco entiendo del tema.

--Esta vez no compartimos ni café. Voy directamente al lío, que es gordo. 50 años celebra mañana sobre el escenario.

--Es muy gordo. Realmente pocos profesionales soportan 50 años de actividad, y de cantantes, ni te digo: se pueden contar con dos manos: Serrat, Paco Ibáñez, Patxi Andion , Pablo Guerrero, quizás María del Mar Bonet, Aute, el pobre que está malico… Y no muchos más. Dos cosas son imprescindibles para alcanzar la longevidad: paciencia y salud.

--Usted hace esta entrevista por cariño. Porque lo que es el Principal ya lo tiene bastante lleno.

--Nunca soñé que podríamos llenar el Principal. ¡En lunes! Creo que debe quedar alguna butaca en las alturas, porque como se puso a todo el mismo precio, primero se llena lo de abajo…

--Y ¿cuál es el programa sobre el escenario? Como repase su discografía va a tener que hacer una semana de conciertos.

--Sin exagerar. Tampoco he compuesto demasiado. Carlos Gardel grabó 900 tangos y milongas. Yo “solo” he grabado 150. De todas ellas hemos seleccionado 25.

--Dice que ese lugar, el escenario Principal, es muy especial para usted.

--Es muy especial porque he cantado unas cuantas veces, pero nunca yo solo. Y es la primera vez que grabo un disco (que serán 2 CD’s) en directo. Es especial porque ahí nos dimos a conocer del público aragonés: el 13 de noviembre de 1973 nos presentamos todos los que entonces hacíamos este tipo de canción más o menos aragonesa y más o menos comprometida. De todos ellos ya solo resisto yo.

--Lo que celebra mañana, en realidad, son los 50 años desde que ofreció su primer concierto cobrando entrada… Pero usted, en Alloza, ya estaba en la banda.

--Sí, señora. Yo comencé a cantar en la Orquesta Bahía de Alloza con 17 años. Era el segundo vocalista, tras el titular, que era Miguel Vilanova. Y sonaban esas canciones como “Il mondo”, “Qué será”, “Soy minero”, y decenas de grandes melodías.

--Usted tiene una biografía divertida… ¿A los quince años era botones en Sitges?

--Pues sí. Tengo fotos para demostrarlo. A los 15 años no podía más en casa y me coloqué de botones en el hotel Subur, de Sitges. Allí conocí el mundo, especialmente el sueco. Llegaban autobuses repletos de Suecia que querían descubrir España y a los españoles. Y nosotros los camareros estábamos allí para entregarnos gratuitamente…

--En los primeros años de juventud ya conoció a Labordeta o al que fue su compañero de pupitre Jiménez Losantos.

--Así es: En Teruel nos juntamos una pandilla de estudiantes y profesores que solo tenían una obsesión: queríamos aprender y ellos querían enseñar. Esa combinación es una bomba porque de ahí salieron más de una docena de personalidades de mucha altura. Uno de ellos, Federico, que fue compañero mío durante cinco años. Estaba obsesionado con jugar en el equipo de fútbol, pero como yo era el mayor era el capitán y hacía la alineación; le decía: “Mira, Fede, ya veo que tienes mucho entusiasmo, ¡pero es que eres muy malo…! Ya te sacaré luego si ganamos”.

--Da para varios tomos de memorias…

--Creo que dará para dos. Acabo de finalizar el primero, que abarca desde los principios de un niño en Alloza hasta la llegada de Felipe González y el socialismo, y el fin del túnel. Al llegar Felipe dijo: “Se acabó la penalidad; ahora a bailar todos con Alaska y los Pegamoides”. Ese día colgué la guitarra, vi que aquello ya no tenía sentido. Ahora estoy repasando ese texto y confío en poder publicarlo para el próximo otoño, porque ahora queremos pasear la grabación del Principal, con un libro de 100 páginas.

--La mayoría de esos capítulos son musicales. Desde ese primer disco ha llovido mucho.

--Es verdad. Mi vida siempre ha tenido música. Publiqué el primer disco “Con la ayuda de todos” en 1976. Pero nunca he podido dedicarme exclusivamente a la música. Es casi imposible vivir de ello, ya no en Aragón, en España. De cualquier actividad artística.

--Vivieron ustedes una época apasionante. Regalaron un género a España.

--Éramos jóvenes muy entusiastas, con mucha energía. Nos empeñamos en encontrar un lenguaje que conectase con las inquietudes de la gente: eso fue la Nueva Canción Aragonesa. Una manera de hablar sobre tu tierra, más allá del folclore y la jota. Y hay que reconocer que el éxito nos desbordó.

--Y crearon también una red de amigos o gente que estaba codo con codo (no me refiero a Labordeta, sino sobre todo a Ibáñez o Serrat, o Sabina)...

--Todos somos colegas y tratamos de llevarnos bien. Sabina llegó diez años más tarde, pero el resto somos pioneros. Serrat y Paco Ibáñez, en realidad, son los creadores de este género llamado canción de autor. Fueron modelos para mí, y he tenido la fortuna de poder decírselo en persona…

--¿Cómo recuerda la época con Labordeta y La Bullonera?

--Esplendorosa. Por encima de todo, emocionante y divertida. Nos lo pasábamos muy bien. Tuvimos la suerte de realizar conciertos durante casi diez años y fue una de las etapas más felices de nuestras vidas. A lo mejor la gente no sabe que Labordeta era muy gracioso, lo mismo que Eduardo Paz.

--Los tres terrores les decía con cariño Oregón TV.

--No, no, el nombre nos lo puso Labordeta. Otro día en Teruel, en la plaza del Seminario, Labordeta llegó con el brazo en cabestrillo y tuvimos que acompañarle a la guitarra Eduardo y yo. Los tres en hilera; y él lo anunció así: “Somos María Dolores Pradera y los Gemelos. Y yo soy María Dolores, por supuesto”.

--Hablando de tele, usted también estuvo ahí dando la cara. ¿Echa de menos la pequeña pantalla?

--Estuve unos años en RTVE en Aragón, en los tiempos de sus inicios, cuando no importaban los datos de audiencia y esas cosas. Lo pasé muy bien, pero no volvería a trabajar en la tele, es un medio demasiado pesado y lento de realizar.

--Pasea usted cierto aire jubilar. ¿Cómo ve el panorama desde allí?

--No lo sé, porque no tengo el sentimiento de estar jubilado. Mi madre tiene 101 años así que podemos hacer la cuenta de que aún me queda un trecho largo. Tengo planes para los próximos cinco años.

--¿Qué le parece lo de Teruel Existe en las últimas elecciones?

--Es el resultado de una urgencia por llamar la atención de toda España. Sin embargo yo soy muy optimista con respecto a mi tierra; Teruel tiene un futuro esplendoroso, porque nadie en España es capaz de ofrecer tantos atractivos, de verdad. Pero los turolenses residentes tienen que creérselo. Me viene a la memoria la frase que dijo Federico sobre aquellos años: “Teruel era lo más moderno de España, pero España no lo sabía y Teruel tampoco”.

--Este año le han entregado la Medalla al Mérito Cultural de Aragón… Quizás, entre otras cosas, ¿porque en Aragón tiene mucho mérito vivir siendo sector cultural?

--Porque somos muy pocos y es casi imposible vivir de ello. Hemos de consumir más cultura. Los gobiernos tienen que colaborar; de la misma forma que se ayuda a sectores industriales, deben empeñarse más con la cultura. Que además de alimentar sensibilidades, ayuda notablemente al PIB con un 3.2

--Sabe qué. Después de esta entrevista me voy a quedar con ganas de ese café.

--Corre por mi cuenta. Para café aún me da…