Con una FP2 y el gusto por los coches acumula inventos relacionados con el mundo del automóvil que buscan ser patentados, entre ellos uno que asegura marcará un antes y un después para evitar los accidentes de tráfico.

—¿De dónde le viene esa vena de inventor?

—No son inventos, porque todo está inventado, sino modelos de utilidad. Lo que hago es coger esto y aquello y darles otra aplicación, otro servicio. De hecho, fui el primer alumno de automoción que se presentó al Premio Don Bosco, en el año 95. Lo hice con el dispositivo de luces automático a motor, lo que hoy en día llevan todos los coches cuando se oscurece y que hace que automáticamente se enciendan las luces. Era una idea muy buena, novedosa y viable. Todos los profesores creían que iba a ganar…, pero de 16 que nos presentamos quedé el 14.

—¿Patentó aquello?

—Lo hice en 1995 y lo mantuve cuatro años. Tenía 18 años y carecía de medios. Solo la patente nacional me costó 127.000 pesetas de entonces y me fue imposible la patente europea o la internacional. Se lo ofrecí a muchos fabricantes y concesionarios. Entonces no existía internet, ni se podía publicitar tan fácilmente. Y abandoné. Aquello era muy barato y no entendí cómo nadie lo compró. A los cuatro años, Citroën lo incorporó en el C5 en Francia. Lo miré con abogados, pero al llegar de Francia no se pudo hacer nada. Fue un chasco y una decepción. Y abandoné los inventos.

—Y ahora vuelve con otra idea.

—Fue tras el accidente de Reyes, el jugador del Sevilla. En un principio se habló de que el origen podría estar en el mal estado de los neumáticos. Y mi hija me recordó que tenía un invento para evitar este tipo de siniestros y me ha animado a sacarlo.

—¿En qué consiste?

—Es un sistema electrónico muy barato, enfocado hacia los neumáticos, que no incrementa el precio final del vehículo y se puede instalar incluso en camiones y motos. Gracias a una serie de mediciones que nos facilita este sistema conseguimos reducir la velocidad y aumentar el control del vehículo. Como no lo tengo patentado, solo puedo añadir que actúa en la seguridad activa, es decir en marcha. Y que salva vidas, pero también evita sanciones, ahorra combustible y reduce la contaminación. Debido a sus características de fácil montaje es revolucionario y va a crear un antes y un después en la seguridad del tráfico.

—¿Por qué no lo patenta?

—Económicamente no puedo, ni quiero tener otro chasco. Yo busco que alguien apueste por este dispositivo y lo promueva, porque es viable. Lo hemos testado y hemos visto cómo funciona. Lo he mandado a todos los fabricantes de vehículos por correo electrónico, pero no han contestado.

—¿No se hace caso a los inventores?

—Es un mundo complicado. Si no tienes experiencia, como me pasó a mí, no tienes tiempo o dinero, la patente no sale. Ahora, por ejemplo, de manera altruista, he ofrecido a una cadena de supermercados un dispositivo para cargar los móviles en sus carros de la compra. Otras de mis ideas son una gasolinera autosuficiente, en la que sin bajarte del coche te echa gasolina. O una luz de freno progresiva, cuya intensidad depende de la frenada.