Transcurridos los primeros días del nuevo año, son muchas las personas que se encuentran en el proceso de cumplir los propósitos que se pusieron al cierre de 2021. Como es tradición, muchos ciudadanos fijan ciertas metas a cumplir durante el siguiente año; de esta forma, a medida que avanza el tiempo nos vamos convirtiendo en una versión mejorada de nosotros mismos.

Entre los objetivos más habituales se encuentra aprender o mejorar algún idioma, adquirir o reforzar buenos hábitos, como leer, comer de manera más saludable; aprender más de cine y música o pasar más tiempo con nuestros hijos.

Otros propósitos están más relacionados con nuestro estado físico. Algunos se proponen perder esos ‘kilitos’ de más que han ganado durante las fiestas navideñas, otros, en cambio, buscan ganar masa muscular. También están los que pretenden adquirir un hábito que sea saludable sin mayor pretensión que la de mantenerse en forma.

Una vez que hemos definido nuestros objetivos y hemos establecido una rutina deportiva surgen algunas dudas. Una de las más repetidas suele ser la de cuándo realizar la actividad física. Se trata de un dilema muy repetido y con opiniones diversas. Por un lado, se encuentran los que defienden la importancia de ingerir alimentos antes de practicar deporte con el fin de adquirir los nutrientes que nos permitan alcanzar un mayor rendimiento. Otros, en cambio, abogan por hacer ejercicio antes de desayunar para favorecer la pérdida pe peso.

Ambas opiniones se apoyan en estudios científicos, no obstante, los expertos recomiendan ingerir algún alimento si vamos a realizar una actividad física de alta intensidad o durante más de una hora. Por otro lado, cabe apuntar que la teoría tan extendida que defiende que si entrenamos en ayunas nuestro cuerpo utiliza la grasa como principal combustible no es del todo cierta. Es posible que las personas que entrenan antes de desayunar sí tiendan a obtener la energía necesaria de las grasas, pero su consumo de grasas durante las 23 horas restantes del día es menor. Por lo que, no es un factor determinante a la hora de perder peso frente al entrenamiento después de haber ingerido comida.

Una hora de ejercicio no basta

Muchas personas que se proponen conseguir un cambio físico cometen el error de pensar que con una hora de entrenamiento diario es suficiente. No se dan cuenta de que lo verdaderamente efectivo es adaptar nuestro estilo de vida. Debemos poner el foco en todo lo que hacemos en nuestro día. Y es que, para ser personas activas no basta con una hora de ejercicio por la mañana, ya sea antes de desayunar o después. Controlar la alimentación y realizar otras actividades, como salir a caminar, pasear por el monte, practicar algún deporte con los amigos u otras actividades que nos permitan movernos son fundamentales.

Mantenerse activo es algo vital para estar saludable. ShutterSttock

Huye de los resultados inmediatos

Lo más importante a la hora de llevar una vida saludable que nos permita ponernos en forma es mantener una rutina durante un largo periodo de tiempo. Debemos olvidarnos de las falsas expectativas que habitualmente nos venden. Los cambios en poco tiempo, si son posibles, suelen ser perjudiciales para nuestro organismo y poco duraderos. Por ello, es aconsejable mantener una dieta saludable no solo en el desayuno, sino en la comida y en la cena también.

Es cierto que los atletas profesionales y los deportistas de élite pueden encontrar ciertos beneficios en entrenar antes de desayunar. Las personas que no nos dedicamos profesionalmente al deporte, en cambio, no obtendremos grandes ganancias a la hora de perder peso o ganar rendimiento. Por ello, es aconsejable que cada uno elija lo que sea más sencillo o a lo que mejor se adapte.

Cuándo desayunar

Si optamos por practicar deporte una vez hayamos desayunado, es importante que la ingesta sea unas dos horas antes del comienzo de la actividad física. Cierto es, que en nuestro día a día es algo muy complicado de lograr, por ello, se recomienda comer algo fácil de digerir al menos media hora antes de ejercitarnos. Una pieza de fruta, como un plátano, o un yogurt que no sea muy graso puede ser una buena opción. Después del ejercicio podemos realizar un desayuno más completo con alimentos que ayuden a la recuperación del cuerpo.

Qué alimentos

Si por el contrario, disponemos del tiempo necesario para desayunar con antelación, debemos priorizar los carbohidratos. Si nuestro objetivo es prepararnos para una maratón o una prueba de larga duración, un propósito que muchos se ponen a principios de año, será aconsejable consumir hidratos complejos o de asimilación lenta. De esta manera, la energía nos durará durante todo el entrenamiento. Los cereales integrales, el arroz integral, el pan integral, las legumbres o las hortalizas son una buena opción.

Los alimentos a ingerir dependerán del tipo de ejercicio que vayamos a realizar. ShutterStock

Si nuestro entrenamiento será rápido pero muy exigente, como las rutinas de series o por intervalos o un HIIT (Entrenamiento Interválico de Alta Intensidad) en el gimnasio, los hidratos de carbono de asimilación rápida serán los más adecuados. El azúcar, la miel, el pan blanco o las harinas refinadas nos aportarán mucha energía para emplear en poco tiempo.

Una parte fundamental de la alimentación, que en ocasiones pasa desapercibida es la hidratación. Se trata un factor trascendental no solo para nuestra salud, sino para nuestro rendimiento también. Así, para lograr una hidratación adecuada si entrenamos por la mañana tenemos que beber abundantemente la tarde anterior, y beber pequeños sorbos antes de comenzar la actividad física.