La ciudad de Almería o sus invernaderos amanecían como nunca. La Alcazaba de Málaga estaba de foto con el cielo anaranjado. El de Granada, desaparecido sobre la Alhambra. Y Sevilla se quedaba sin su color especial. Todo por culpa de ese aire subsahariano que está trayendo arena del desierto. Tanto polvo ha cambiado de tono Sierra Nevada, cubierta por un manto marrón. Una calima histórica que también ha cubierto los lugares más icónicos de Madrid. Un ambiente que seguirá, al menos hasta el jueves, suspendido en el aire