Escuchan en silencio, cabizbajos, buscando algo de alivio en su dolor. "Lloré ayer, he llorado hoy y acabaré llorando ahora. Nuestros corazones están rotos", decía conmocionado el Pastor. Pero sus palabras no conseguían ahogar el llanto de los presentes en esta vigilia. Al ritmo de un himno religioso mandaban un desolador mensajes a las víctimas, a las que no volverán a abrazar. Diecinueve de ellos eran niños de entre 9 y 10 años. El padre de una de esas niñas cuenta que su hija estaba llena de vida y de amor. La pequeña recibió una bala en el pecho y la llevaron de urgencia al hospital. Esperaron durante horas para conocer la peor de las noticias: su niña había muerto. Un oscuro final que ha encogido los corazones de este pequeño pueblo para siempre.