Solo el viento se oye en el Valle de Aridane, antes verde, ahora un mar de ceniza, tras el fin de la erupción del Cumbre Vieja.

Se apaga el volcán, tras 85 días y 8 horas expulsando lava, pero la emergencia continúa. Los científicos seguirán vigilantes, pues algunos riesgos persisten.

Tampoco la actividad sísmica se ha agotado en la isla, esta noche el Instituto Geográfico Nacional ha detectado hasta nueve terremotos de baja intensidad.

El Plan de Emergencias Volcánicas alerta de los peligros de volver a las casas por la posible presencia de gases que pueden ser venenosos e imperceptibles.

Una tarea primordial ahora es solucionar el problema habitacional. El Gobierno de Canarias prevé entregar unas 100 viviendas antes de que acabe el año.

Quienes sí preparan las maletas para volver a casa antes de fin de año son los cuerpos de seguridad que han trabajado durante la erupción. Solo la Policía Nacional ha destinado hasta 70 efectivos de refuerzo procedentes de la península. 

Algunas unidades permanecerán en la isla por seguridad, al menos hasta que la emergencia se dé por concluida.