El Vaticano ha anunciado la muerte del Papa Francisco. Tenía 88 años (Buenos Aires, 1936) y desde 2021 su salud había comenzado a deteriorarse. Con él se cierra un periodo extraordinario en la historia de la Iglesia católica, marcado por la figura de un sacerdote argentino de zapatos negros gastados y una sencilla cruz de plata, que rompió con la tradición de los papas europeos.
Uno de los momentos más entrañables de su pontificado ocurrió en noviembre de 2018, durante una Audiencia General en el Aula Pablo VI. Un niño con autismo subió espontáneamente al escenario donde se encontraba el Papa, saludó a un guardia suizo y comenzó a corretear alegremente frente a todos.
Minutos después, la madre del pequeño explicó que venían de Argentina, y aunque intentó llevárselo, el Papa lejos de incomodarse, sonrió y dijo: "Si quiere jugar acá, déjalo". Conmovido, reflexionó en voz alta: “Este niño no puede hablar, pero se comunica. Es libre. ¿Somos nosotros así de libres ante Dios?”
Pronto, una niña se unió a él y, tomados de la mano, los dos pequeños pasearon por el escenario mientras Francisco los observaba con ternura.