Ignacio Magaña, el concejal expulsado del grupo municipal socialista del Ayuntamiento de Zaragoza tras ser denunciado por violencia machista, declaró ayer ante el juez que instruye la causa. Lo hizo después de que el Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) emitiera un informe, a instancias del propio magistrado, en el que se señalaba que «no presenta ningún impedimento médico para acudir a prestar declaración», pese a que había pedido formalmente no hacerlo.

Ante el titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Zaragoza insistió en su inocencia, negando de forma categórica los hechos relatados por la denunciante a la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Jefatura Superior de Policía de Aragón y que derivó en una calificación del nivel de riesgo en el sistema Viogén de «alto». Como adelantó este diario, se consideró «leve» la violencia psicológica sufrida por la esposa; «muy grave» la física y los agentes concluyeron que «en los últimos seis meses se registra un aumento en la escalada de las agresiones o amenazas». Añadieron el uso de arma blanca y que no hubo sexo forzado ni existencia de amenazas/planes dirigidos a causar daño a la víctima.

En la hora que duró la citación judicial, Magaña no solo rechazó las agresiones a la mujer con la que tiene vigente una orden de alejamiento como medida cautelar para conseguir su puesta en libertad, sino que también aseguró que el agredido fue él y reveló que ha interpuesto una denuncia por violencia doméstica contra su mujer en el Juzgado de Instrucción número 5 de Zaragoza.

Uno de los episodios de maltrato relatados aparecen en la declaración de la perjudicada, pero de forma muy diferente. Ella explicó que el pasado 10 de noviembre, presuntamente, Magaña le tiró la maleta por la ventana, teniendo que recogerla de la calle ya que esta impedía el paso del autobús de la línea 42. Sin embargo, la versión del edil es al revés. Este afirmó, según pudo saber EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, que la mujer estaba realizando la maleta, que hubo una discusión y que ella se la lanzó. Al parecer fue rápido en los reflejos y consiguió evitar que le alcanzara, si bien esta cayó a la calle.

Ante tal circunstancia, Magaña decidió abandonar el domicilio para recoger el macuto y ella fue detrás. En ese momento se habría producido, supuestamente, la agresión puesto que él habría recibido una patada que le habría hecho caer por las escaleras. Unos hechos de los que fue testigo el hijo de Magaña, según relató este, quien dijo que podrá contar todo cuando se le llame a declarar como testigo. Apuntó a que lo haría en su favor, pese a que la madrastra del menor destacó ante la Policía que el adolescente le pidió que «por favor parara».

Solicita apartar al magistrado por «parcial» y denunciar a la fiscala

La defensa solicita cambiar de juez y de la fiscala en la causa. En un escrito ante la Audiencia Provincial de Zaragoza, el abogado Carlos Fuertes pide que se pronuncie por «la pérdida de apariencia de imparcialidad» a propósito de un auto en el que el titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Zaragoza calificó de «huido» a Magaña. Del mismo modo se refiere con la representante del ministerio público a la que solicita permiso para poder denunciar por injurias tras calificar de «falso» que Magaña no pudiera declarar por su ingreso en un centro hospitalario. Fue después de que el Salud comunicara que solo había estado un día, el 27. 

Los hechos por los que Magaña fue detenido no tuvieron lugar ese 13 de noviembre, sino anteriormente. Curiosamente, quien llamó a la sala del 091 para pedir ayuda fue él «porque su expareja no paraba de llamar al timbre de la vivienda». Cuando los agentes llegaron se encontraron a la mujer y a Magaña, quien les explicó que estaba en trámites de separación, que el domicilio es de los dos y que ella quería entrar pero que no le va a dejar hasta que no estuviera la Policía presente».

Ella señaló a la patrulla de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Policía que, efectivamente, estaban en trámites de separación. El episodio más grave y en el que ella sintió «más miedo», al parecer, habría ocurrido el invierno pasado cuando quiso abandonar el domicilio familiar. «Ignacio reaccionó de manera agresiva empujándome contra la cama, impidiendo que me pudiera mover al cogerme del cuello. Se marchó a la cocina, cogió un cuchillo, poniéndomelo en el pecho y diciéndome que por encima de su cadáver iba a salir de ahí», relató.