Una cesta repleta con hasta cuatro kilos de fruta: 3,99 euros. Un lote de pollo y productos frescos: 3,99 euros. Una bandeja cargada hasta los topes de repostería: 3,50 euros. Estas son algunas de las muchas ofertas que uno se puede encontrar navegando por la aplicación Encantado de Comerte, cuyo secreto se basa en rescatar los excedentes de las tiendas y comercios. El funcionamiento es sencillo: antes de tirar lo que sobra de un día para otro, un restaurante o cualquier otro tipo de establecimiento puede ofrecer un lote a un precio reducido (la rebaja está entre el 50% y el 70%) para que un usuario de esta app pueda rescatarlo. Y hay que ser rápido, porque estos packs van que vuelan.

Enrique de Miguel es uno de los cofundadores de este proyecto, que surgió de la unión de una iniciativa aragonesa (Nice to eat you) enriquecida con ideas de un socio de Madrid, Gabriel Ramas. Fue en el 2019 cuando se puso en marcha, pero al principio no contaban con aplicación propia, sino con una web «muy sencillita», explica De Miguel. Mas tarde, ya en abril del 2020 sacaron una app para dispositivos Android e iOS. Sí, en abril del 2020. Justo en mitad del estallido de la pandemia por covid.

«No vino mal estrenar la app en plena pandemia porque una de nuestras misiones ha sido siempre ayudar y visibilizar al comercio local, y justo en ese momento se hizo muy necesario. Además, tenemos colaboraciones con algunas oenegés y durante la pandemia se puso de manifiesto que las actuales vías de la Administración no son suficientes para que todo el mundo esté atendido. Nosotros pusimos nuestro granito de arena», dice De Miguel.

Un centenar de tiendas

En la actualidad, Encantado de Comerte trabaja con un centenar de establecimientos en Zaragoza capital, aunque también están presentes en otros puntos de España como Madrid, Logroño, Santiago de Compostela y Vitoria. Todas estas tiendas ponen a disposición de los usuarios de la aplicación lotes de forma casi diaria con los productos que ya no pueden vender.

«Es un mecanismo muy sencillo y ágil, y para los comerciantes no supone ningún esfuerzo extra. Ellos mismos establecen una franja horaria en la que los usuarios tienen que pasar a recoger los lotes», para así no entorpecer el trabajo diario de los detallistas, cuenta De Miguel. «Además la aplicación también les permite ganar visibilidad y darse a conocer y eso es muy importante porque el comercio local es la salsa de las ciudades», añade el joven.

Los ingresos de esta empresa se basan en cobrar una comisión a cada comerciante por cada lote que venden. Para poder estar en Encantado de Comerte los tenderos deben garantizar un número mínimo de lotes a la semana (aunque es orientativo) y establecer rebajas en sus productos superiores al 50%. En toda España, esta aplicación acumula más de 50.000 descargas de personas que luchan contra el desperdicio de comida.

Así es la aplicación 'Encantado de comerte'. CHUS MARCHADOR

«Es sencillo. Si tú por ejemplo tienes una frutería y sabes que, más o menos, todos los días te sobran unos ocho kilos de fruta que al día siguiente no puedes vender, pues sacas dos lotes de cuatro kilos para que la gente los venga a recoger a última hora, antes de que cierres», explica el emprendedor.

Los lotes, eso sí, son secretos. Es decir, cuando compras algo no sabes con qué te vas a encontrar exactamente, solo la cantidad aproximada y el tipo de producto (fruta, repostería, carne, comida preparada...).

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En el mercado de Hernán Cortés hay varios puestos que trabajan con esta aplicación. Uno de ellos es la pollería Marina, cuya dependienta, Jessica Plaza, asegura que están encantadas con la app. «Nos los quitan de las manos. Sacamos tres lotes todos los días y los fines de semana caen cuatro o cinco. Hacemos la previsión de un día para otro. Si nos sobran lentejas (venden comida preparada) pues las guardamos y sacamos un lote para el día siguiente con algo más», explica.

Además de visibilizar al comercio de proximidad, De Miguel se muestra muy orgulloso de la labor que realizan con diferentes oenegés zaragozanas, como Cáritas o Civitas, que les derivan familias con riesgo de exclusión. «Si eres una persona vulnerable y vienes a una tienda a por un lote, el pescadero que te atiende no sabe de tu condición. Eso ayuda a no estigmatizar», zanja el joven.