Los números no engañan y las cifras demuestran que en los últimos años está creciendo el número de mujeres sin hogar en Zaragoza. Este colectivo, que aúna diferentes características que lo hacen si cabe más vulnerable, creció solo el año pasado de forma significativa: según los datos de la Obra Social El Carmen la presencia femenina en la calle pasó del 8% al 18% con respecto a la población total de personas sin techo.

Este hecho ha motivado que desde esta entidad hayan decidido poner en marcha, conjuntamente con el Ayuntamiento de Zaragoza, un proyecto que pretende dar respuesta al crecimiento de este fenómeno. Se trata de una casa abierta, como la que ya tienen para hombres, que podrá dar cabida a seis mujeres y que se inaugurará, previsiblemente, durante el último trimestre del año.

Este nuevo equipamiento, que en breve estará en obras para comenzar su transformación en alojamientos, se ubicará en un local próximo al Albergue de Zaragoza con el objetivo de que los trabajadores municipales puedan atender a estas mujeres con más facilidad y compartir alguno de los servicios existentes para estas personas. El centro contará también con una trabajadora social y un grupo de voluntarios de apoyo «para proporcionar los desayunos y salir a la calle en busca de mujeres sin hogar a las que ofrecerles este recurso», explica el coordinador de la Obra Social El Carmen, Antonio De la Vega.

Según los datos que proporciona Cruz Roja, en la actualidad son 16 las mujeres que duermen al raso en Zaragoza y, explica la subdirectora de Intervención Social de esta entidad, Susana Royo, «son 16 mujeres distintas». «Antes eran muchas menos. No existe un perfil como tal. Cada persona ha tenido una vida diferente y ha llegado a la calle de formas diferentes», cuenta la responsable.

Royo afirma además que las mujeres sin hogar son «doblemente vulnerables» precisamente por el hecho de ser mujer, ya que están expuestas a una «mayor violencia», además de al miedo y a la soledad. Y desgraciadamente no hay que irse muy lejos para encontrar ejemplos de esta discriminación: hace dos semanas una sintecho fue violada en Zaragoza mientras dormía en un saco cerca del edificio del Trovador.

 «Normalmente intentan dormir con alguien más para sentirse protegidas. Por el día suelen estar solas pero por la noche tienen más dependencia», explica Royo, que cuenta que las mujeres sin hogar son más proclives a requerir los recursos habitacionales existentes que los hombres, precisamente por ese miedo a sufrir agresiones. Asimismo, apunta esta trabajadora de Cruz Roja, las mujeres sin hogar también sufren más vulnerabilidad emocional porque muchas de ellas tienen hijos con los que no se relacionan, lo que obliga a trabajar de forma diferente la psicología con estas personas.

«La nueva casa abierta de El Carmen para mujeres es una buena idea porque es un recurso de baja exigencia. No estarán tan controladas como en otros lugares y eso es bueno ya que hay muchas a las que eso les tira para atrás», admite Royo. «Les proporcionaremos alojamiento diario e indefinido. Las mujeres podrán estar todo el tiempo que quieran y contarán con un servicio de alimentación, de ropero y, sobre todo, compañía y apoyo. Como todo el mundo necesitan el calor y el cariño de los demás», zanja De la Vega. 

El testimonio: cada noche una pesadilla

Reme lleva un año y medio viviendo en un piso de Zaragoza Vivienda, pero antes estuvo mucho tiempo en la calle. No en la capital aragonesa, sino en Madrid, en donde durmió al raso desde el año 2003 hasta el 2016 salvo pequeños periodos de tiempo en los que estuvo en el albergue de San Isidro. «Tenía que coger la comida de cualquier sitio de la basura o de donde pudiera», recuerda esta mujer, que tiene ahora 55 años.

«Tenía mucho miedo. Recuerdo que pensaba que podían hacer lo que quisieran conmigo. Tenía temor a que me vieran durmiendo en un banco y dijeran: ‘vamos a hacerle cualquier cosa a esta mendiga’. Es una experiencia que no le recomiendo a ninguna mujer», dice Reme.

Esta mujer, nacida en Valencia y de padres maños, tiene un hijo de 33 años que vive con su padre en su ciudad natal. «Hablamos casi todos los días», dice contenta pero admite «que solamente le tiene a él» ya que su madre falleció en septiembre del año pasado.

«Acabé en Zaragoza a través de una amiga que por desgracia ya no está entre nosotros. Primero me fui a Cella, en Teruel, con ella a un piso compartido. Eso fue en 2016, cuando salí de la calle. Pero mi amiga se puso enferma y la trajeron al Miguel Servet. Murió el 12 de septiembre de ese año», recuerda Reme muy apenada.

"Estoy enfadada con Zaragoza Vivienda porque me tengo que pagar el cambio de las bombillas, y eso no es lo que me dijeron"

Reme - Vivió en la calle durante más de 10 años

Una vez en Zaragoza estuvo en un piso con un hombre que le subió el alquiler tres veces en tres meses. Entonces acudió a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl («estoy contentísima con ellos», dice) y al poco tiempo le consiguieron un hogar en el que vivir. «No me lo podía creer. Cuando me llamaron para firmar los papeles les pregunté si era una broma», cuenta. Ahí estuvo otro tanto hasta que consiguió un piso de alquiler social, por el que paga 113 euros al mes.

«Cobro una paga de 400 euros porque tengo un 80% de minusvalía. No puedo trabajar. De esos doy 40 euros a las Hijas de la Caridad, que vivo gracias a ellas, para comer todos los días. Y el resto del dinero me lo administran ellos para que me llegue para todo el mes. Aunque estoy enfadada con Zaragoza Vivienda porque me tengo que pagar el cambio de las bombillas, y eso no es lo que me dijeron», dice. ¿Con qué sueña Reme? «Me gustaría ser más independiente. Poder irme de viaje, pero ahora no puedo. No estoy muy bien, pero dentro de lo que cabe...».