El tribunal del jurado declaró ayer culpable de homicidio a Wilson de la Cruz Méndez, acusado del conocido como crimen de Reyes, ocurrido en Zaragoza en enero del 2015 cuando el acusado y otra persona acudieron a un piso de la calle Navas de Tolosa con la intención de hacer un vuelco de droga, es decir, apoderarse de más de medio kilo de cocaína sin pagarla para luego venderla a terceros.

No existió alevosía, según el pronunciamiento del jurado, que no sigue en este punto la tesis mantenida por el ministerio público, que inicialmente solicitaba casi 30 años, pero que tras el veredicto tuvo que rebajar la petición para adaptarla a la calificación del delito principal.

Contra lo mantenido por la Policía y lo sugerido por los forenses en la vista oral, el jurado popular, que considera probado además que Wilson es culpable de tenencia de armas, robo con violencia y tráfico de drogas, mantiene que el crimen fue «con dolo eventual», tecnicismo jurídico con el que se indica que si bien no tenía intención de matar cuando fue a casa de la víctima, Ariel Alberto Carrasco Viola, realizó acciones de las que cabía esperar que se produjera una muere. Así, señala el tribunal popular, cogió una pistola y la montó una vez dentro del lugar del suceso, en el que había varias personas.

Una vez allí el jurado sostiene que está probado, por 8 a 1, que «Wilson de la Cruz y su acompañante expresaron su intención de llevársela sin pagar cantidad alguna por ella, momento en el que el acusado exhibió la pistola que llevaba, montándola y preparándola para disparar, mientras el acompañante disparaba con una pistola detonadora», para intimidar a la víctima y arrebatarle la mercancía.

Forcejeo cuestionado

Sin embargo, el jurado no ve probado que hubiera un forcejeo ni que el acusado disparara a cañón tocante una vez y muy cerca otras dos. Sí da por buena la versión de que mientras Ariel Alberto Carrasco Viola le intentaba coger la pistola, Wilson le disparó cuatro tiros que le causaron la muerte.

Asimismo, los miembros del jurado señalan que el acusado «era consciente de la muy elevada probabilidad de que tendría que utilizar la pistola que llevaba, asumiendo como muy previsible el resultado de muerte que al disparar con ella podía producirse, y que finalmente se produjo».

La pena que finalmente imponga el presidente del jurado deberá situarse entre los 21 y medio años pedidos por la fiscala y los 12 y medio del abogado defensor, Daniel de Andrés, quien sostiene que fue un homicidio por imprudencia, no premeditado y producido en el curso de un acción imprevisible.

En otros puntos, el objeto del veredicto (el documento en el que el jurado popular establece las pruebas que le llevan a una un otra conclusión) indica que la visita al piso se produjo después de que ambas partes hubieran mantenido conversaciones telefónicas y reuniones previas.

Sin embargo, una vez en el piso, situado en el número 25-27 de la calle Navas de Tolosa, el acusado y su acompañantes manifestaron su voluntad de llevarse la cocaína sin abonar le precio previamente pactado, comportamiento que está en el origen de todo lo que pasó a continuación y que durante la vista oral fue objeto de una minuciosa reconstrucción en la que intervinieron testigos, agentes del Grupo de Homicidios y forenses que describieron la distancia de los disparos a tenor del tipo de lesión producido.

 El alijo de droga estaba valorado en 31.500 euros

Un alijo de droga valorado en 32.500 euros estuvo en el origen del crimen que llevó al juicio por el suceso de la víspera del día deReyes del año 2015, según reconoció el propio acusado cuando prestó declaración en la primera jornada de la vista oral, celebrada ante el tribunal del jurado.

El imputado, en el curso de sus manifestaciones y cuando tomó la palabra al final de la vista oral pidió perdón a la familia e insistió machacona mente en que su único propósito al presentarse en la vivienda de la víctima era robarle medio kilo de coca. Según su versión, se registró entonces un forcejeo en el curso del cual la pistola «se disparó», expresado de tal forma que parecía que los sucesivos disparos se registraron de forma involuntaria y en ningún modo deseada.