Hace no tantos años, la simple idea de desplazarse en bicicleta por Zaragoza era un sinónimo de «estrafalaria locura» que encerraba no pocos prejuicios y apriorismos. Sin embargo, la imagen fija que hoy ofrece nuestra ciudad encierra un cambio en la manera de entender la movilidad urbana que, quizá, todavía no estamos valorando en su justa medida. Creo que la consolidación de la bicicleta como medio de transporte urbano, entre otras medidas, está haciendo de Zaragoza una ciudad mejor y nos convertirá en una ciudad sostenible al nivel de otras ciudades europeas.

El camino hasta aquí no ha estado exento de dificultades pero, a la vez, ha sucedido todo muy rápidamente. De los pocos kilómetros de vías ciclables existentes hace algo más de doce años hoy Zaragoza dispone de 132 kilómetros de carril bici, otros 360 de vías pacificadas y más de 70 kilómetros de ciclo carril. Eso garantiza que es posible circular en bicicleta por toda la ciudad, eligiendo los trayectos adecuados, de manera cómoda y segura. Semejante infraestructura nos sitúa con orgullo, en el grupo de cabeza de las grandes ciudades españolas. 

La duda inicial de que si primero había que esperar a que hubiese demanda o de que si primero había que desarrollar la infraestructura para generar la demanda, se ha resuelto. Una vez dispuesto el «terreno de juego», la ciudadanía se ha lanzado a la calle para darle uso. En la última encuesta de Movilidad Urbana (2017) se estimó que la movilidad ciclista suponía un 3% del total de los desplazamientos urbanos, es decir, unos 50.000 viajes al día. Aún estaban por llegar los patinetes eléctricos, técnicamente conocidos como VMP (Vehículos de Movilidad Personal) que, definitivamente, han supuesto un estímulo para el uso de la infraestructura ciclista de Zaragoza.

En el año 2020, que recordaremos todos por ser el de la pandemia del covid, se produjo un salto cuantitativo: el uso de bicicletas y VMP creció un 80% y ya calculamos que en Zaragoza se superan los 90.000 desplazamientos diarios en estos medios de transporte.

Del Bizi al patinete eléctrico

Otro elemento que, desde mi punto de vista, fue determinante a la hora del despegue ciclista de Zaragoza fue la implantación del servicio Bizi. Esta primera experiencia de bicicleta compartida municipal facilitó a muchas personas, de muy diferente perfil, la posibilidad de «experimentar» con la bicicleta urbana sin necesidad de tener una en propiedad. Es un hecho contrastado que muchos usuarios, a la vista de las ventajas de desplazarse en bicicleta por la ciudad, optaron con el paso de los años por adquirir su propia bici y, así, consolidar este medio de transporte como prioritario en sus vidas cotidianas.

A eso hay que sumar las propuestas que se han ido sumando a lo largo de los años, con las bicicletas y patinetes eléctricos compartidos sin estación fija, que han multiplicado la oferta de este tipo de servicio en Zaragoza. La rápida evolución de este tipo de vehículos y las tecnologías para su gestión auguran un buen futuro para nuevos modelos de movilidad compartida que, sin duda, tendrán en Zaragoza un espléndido territorio de experimentación y uso.

Ciclocarriles y carriles bici

Pronto la bicicleta eléctrica pasará a ser la protagonista principal y permitirá conectar distancias mas largas sin que tengamos que ducharnos al llegar al trabajo o al centro educativo.

En el objetivo de favorecer esos desplazamientos ciclistas en «tiempos covid», y ante la necesidad de crear nuevas y eficaces conexiones ciclistas en aquellos tramos en los que no existían, el Gobierno de Zaragoza ha implantado en el último año unos 70 kilómetros de ciclocarriles cuyo uso se va consolidando de manera progresiva.

Pero el apoyo a la movilidad ciclista no se puede quedar en completar la red ciclista con ciclocarriles. La evolución natural es la de completar la red con nuevos carriles segregados, en línea con las recomendaciones de la Dirección General de Tráfico para proteger a los usuarios más vulnerables de la vía pública.

La previsión a corto y medio plazo es la ejecución de nuevos carriles bici en vías como la prolongación de Gómez Laguna, Pablo Ruiz Picasso, el tramo Santa Isabel–Malpica, Pedro Joaquín Soler o en tramos concretos de la avenida de Navarra o la de Tenor Fleta.

La anunciada apuesta del Gobierno Central por subvencionar carriles bici es una gran oportunidad para que la ciudad complete y consolide su red ciclista, aunque habrá que determinar sin precipitación aquellos tramos que sean realmente adecuados para ello.

Un esfuerzo de convivencia

Zaragoza también está realizando un importante esfuerzo para mejorar la convivencia en sus aceras. Si hace ya años la normativa impuso que las zonas peatonales debían estar exentas de bicis y patinetes, el objetivo ahora es que esos vehículos tampoco las ocupen cuando están estacionados. Por eso se están generando miles de nuevas plazas de aparcamiento en calzada que facilitarán la eliminación de otros tantos obstáculos de nuestras aceras. 

En cualquier caso, y como decía al principio, la realidad contrastable es que Zaragoza puede exhibir «músculo» ciclista y que nuestra ciudad ofrece hoy por hoy unas buenas condiciones para el desarrollo de esta modalidad de transporte sostenible. Hemos aprendido a convivir mejor con los conductores y los peatones y, sin duda, la creciente sensibilidad medioambiental hará que muchas personas que todavía hoy tienen dudas al respecto se lancen a probar la bicicleta en una ciudad en la que tenemos importantes objetivos en la reducción de emisiones y lucha contra el cambio climático. 

Sólo por eso, por intentar soñar un futuro mejor para todos, merece la pena aprovechar las posibilidades que Zaragoza ofrece para moverse en bicicleta, VMP o, simplemente, caminar. 

Feliz paseo.