Las máquinas son odiosas. Siempre. Aunque en la zaragozana y céntrica calle San Miguel las esperan ansiosos. Una simple ojeada permite darse cuenta del porqué: aceras estrechísimas con un diseño anticuado, una ruidosa calzada adoquinada con parches y elementos sueltos, y demasiados vehículos para un tramo de tan solo 275 metros y 7,5 metros de ancho. Unas piedras que antiguamente daban importancia a una vía y que hoy en día son más un estorbo que otra cosa. Sino, que se lo pregunten a los motoristas.

Comerciantes, vecinos y algún que otro paseante de la zona comparten la decisión del Gobierno de Jorge Azcón de peatonalizar el tramo entre las calles Jerónimo Blancas y Comandante Repollés donde los parches de la calzada se apelotonan entre las grietas.

«Me parece maravilloso», decía sin tapujos Pilar Hernández, muy a favor de que se vayan expulsando a los coches del centro a la vez que se crean vías por las que pasear. «Hay que embellecer la ciudad», comentaba, reproduciendo una de las frases más recurrentes del primer edil.

Como decía Pilar, «solo hay que verla para darse cuenta de que necesita una actuación urgente». Y eso es lo que va a hacer el área de Infraestructuras que pretende impulsar una reforma integral que reconvertirá la calle en una única plataforma, más conocida como cota cero, y que aprovechará las obras para cambiar todas las baldosas, las luminarias, la red de tuberías... todo. «Ya que se ponen, que lo hagan bien», comentaba Daniel Aguilar, víctima de los charcos que se crean en la calzada cuando llueve. «¡Es que es un fastidio!», resumía este vecino, preocupado por cómo accederá a su garaje.

33 Vecinos 8 Pilar Hernández cree que su reforma es urgente. | ANDREEA VORNICU

No tendrá problemas porque Infraestructuras plantea crear una plataforma única pero respetando el carril para la circulación de los vehículos autorizados, es decir, para que los residentes accedan a sus garajes y los comerciantes a sus tiendas.

«Para los que tenemos un negocio la peatonalización va a ser positiva. Esta calle necesita que se renueve su imagen, que está muy envejecida y estropeada. No veas la de tozolones que vemos», comentan las peluqueras de Victoria Vives.

Conocedoras del entorno, aseguran que prolongar la pacificación de gran parte de San Miguel les beneficiará por una razón muy simple: porque dejará de ser una calle de paso para ser una de paseo y alguno que otro acabará echándole el ojo a su escaparate. «El único pero que le vemos es que hay gente mayor que viene en taxi, pero seguro que hay alternativas», recapacitaban. Por ejemplo, los coches podrían acceder a Santa Catalina o Hermanos Ibarra.

En el negocio contiguo, Oriol P, opinan todo lo contrario. A favor de que arreglen las aceras, «porque es evidente que es algo necesario», aventuran que si se restringe el tráfico perderán clientela. «Cuando uno pasa con el coche acaba mirando las tiendas que hay por la zona y puede fijarse en la tuya. Eso lo perderemos», explica.

Un lavado de cara integral

Las obras de peatonalización en San Miguel comenzarán en marzo. El ayuntamiento, a través de Ecociudad, actuará en una superficie de 2.640 metros cuadrados, entre las calles Jerónimo Blancas y Comandante Repollés, 275 metros en los que se renovará todo el mobiliario, sus luminarias, las tuberías e incluso la red de gas. Una reforma completa en la que se van a invertir 740.000 euros.

A falta de conocer el diseño definitivo de San Miguel, que será resultado de la negociación que está liderando la concejala de Infraestructuras, Patricia Cavero, con los vecinos, ya se sabe que no incluirá la plantación de árboles en trazado afectado porque hay que adaptar la calle a la normativa de Bomberos. El consistorio ya busca otras alternativas para evitar que se convierta en una vía renovada, nueva y moderna pero sin un espacio de color verde que desentone entre tanto asfalto.