Y ocurrió. Un ejército de patitos de goma se ha asentado en Zaragoza con la intención de acabar conquistando las bañeras de todos los vecinos de la ciudad. Por el momento, su creador, los mantiene esperando en un pequeño local en la calle Espoz y Mina, cerca de la plaza del Pilar. Aunque las intenciones no parecen malas ya que este comerciante tan solo pretende ganarse el corazón de los turistas y los propios maños con este souvenir que es adorable a la par que original: los paturros.

Raúl de Jesús es el dueño de la tienda y de esta idea que consistió en personalizar los típicos patitos de goma vistiéndoles con trajes de baturro. El producto salió a la venta por primera vez en las Fiestas del Pilar de 2019 y, hasta noviembre del año pasado los estuvo vendiendo por internet. «Con la pandemia vi la oportunidad porque los alquileres bajaron y me decidí a abrir la tienda», explica este emprendedor, que es programador web.

«En otras ciudades de Europa había visto que vendían patitos de goma tuneados con las características de cada ciudad. Entonces me puse a investigar en Google y vi que no había patitos con forma de baturro», cuenta. Y se lanzó, pero el inicio fue duro, admite. Primero quiso fabricar en España pero le fue «imposible», por lo que tuvo que buscar un proveedor extranjero. Lo encontró en China, pero eso no facilitó el proceso.

Y llegó la invasión de los patitos de goma

«Imagínate explicándole a un chino lo que quería hacer», ríe ahora con sus paturros en la mano, que diseñó el mismo. «Tenía que asegurarme de que lo entendieran y que luego hicieran lo que yo tenía en mente. Y todo supervisándolo desde la otra punta del mundo. Desde que tuve la idea hasta que tuve los patitos en mi mano pasó un año, pero todo salió como yo quería», dice.

Otra de las complicaciones fue que, al ser considerados como juguetes, los paturros tenían que cumplir unos estándares de calidad y seguridad estrictos. «Y luego exportarlos. Yo no tenía ni idea de cómo iban estas cosas y al principio me dio mucho miedo», asegura. Pero se le pasó y los patitos llegaron.

Ahora, en el local que adecentó él mismo, vende, además de paturros, tazas, calcetines y patitos de goma de otras mil formas: patitos torero, patitos unicornio, patitos policía... En total tiene más de 200 modelos e, incluso, cuenta con una gama de estas simpáticas aves pero de látex y pintadas a mano, lo que las hace más ecológicos. «Lo bueno es que te guste lo que te guste siempre hay uno con el que te identificas», explica. La tienda, eso sí, se le está quedando pequeña: empezó con un par de estantes y ya tiene dos estanterías repletas de productos.

Y llegó la invasión de los patitos de goma

En otros países es muy habitual ofrecer patitos personalizados como recuerdo o souvenir para turistas, pero en Zaragoza, cuenta De Jesús, muchos vecinos de la ciudad le compran como regalo cuando nace un bebé o cualquier otro evento amable. «A raíz de quitar el estado de alarma también están viniendo más visitantes de fuera y lo estoy notando», cuenta para después recordar que sigue vendiendo sus productos online.

Antes de los paturros, De Jesús lanzó una web de venta de entradas para eventos y actividades culturales, Zaragoza Go. Y cuando se le ocurrió la idea de los souvenirs decidió compatibilizarlo puesto que ambas cosas estaban relacionadas. En su plataforma de viajes tiene más de 1.000 visitas cada día pero en su tienda física, a pesar de la variedad, «los más buscados son siempre los paturros». Más que ningún otro, y eso que acaba de recibir una colección especial de patitos de El Señor de los Anillos.

Ahora, duda qué hacer con su local, puesto que le va a faltar espacio si el negocio sigue creciendo. Eso no quita, no obstante, que la tienda que tiene ahora esté muy bien cuidada: su escaparate lo cambia con cada temporada y lo personaliza. Con el verano ha instalado una pequeña piscina hinchable en la que los patitos pueden estar a remojo todo el día.

Más allá de lo que le deparará el futuro, De Jesús se muestra muy proactivo: «durante la cuarentena pensé en sacar las mascarillas cachirulo. Tenía mucho tiempo, como todos, pero fui el primero que las vendí», asegura. Ahora, con la vacunación a velocidad de crucero y las miras puestas en los próximos Pilares, este emprendedor zaragozano espera que sus paturros puedan compartir espacio pronto con turistas, oferentes, Gigantes y Cabezudos. Eso si los patitos no deciden huir y conquistar el mundo entero.