Rubén Calvo Ropero volvió este miércoles a tratar de eximir su responsabilidad penal en el brutal asesinato machista de Katia, ocurrido el 23 de mayo de este año en Zaragoza. Ante el magistrado instructor del caso, este joven vecino del barrio de Las Fuentes aseguró que estaba enajenado cuando cosió a puñaladas a la víctima y que «no se acuerda de nada».

Fue durante la comparecencia de la ley del jurado que convocó el titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Zaragoza tras finalizar la instrucción del caso y que es el paso previo a que el encausado se siente en el banquillo. El juez ve dos delitos: el asesinato con la agravante de violencia de género y el quebrantamiento de condena. También estableció un fianza de 150.000 euros.

Esto lo basa, según el auto, en que todos los indicios recabados por el Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Aragón llegan a la conclusión de que fue el investigado el que asestó «una cantidad ingente de puñaladas con un cuchillo tras una disputa previa con la víctima. Fue cuando esta se encontraba tanto de pie como en el suelo y con tal fuerza y manera que dejaron únicamente de hacerlo cuando la misma perdió la consciencia y la vida». Señala, además, que le causó lesiones tan graves e inmediatas, según la autopsia practicada, que provocaron la muerte de forma inmediata, siendo la causa fundamental de la misma las heridas producidas en cuello, tórax y abdomen por arma blanca.

Las calificaciones

Ahora, tras la comparecencia celebrada este miércoles, se abre plazo para que las acusaciones presenten su escritos en el que soliciten la condena de años de prisión para Rubén Calvo Ropero y que su abogada defensora, Carmen Sánchez Herrero, argumente que su patrocinado padece esquizofrenia y que, por tanto, no tenía sus capacidades cognitivas y volitivas plenas.

Al joven se le procesa por un delito de quebrantamiento de condena por la orden de alejamiento que pesaba sobre él, si bien fue Katia la que acudió a casa de su asesino. Tal y como adelantó EL PERIÓDICO, la víctima mortal habló con el padre de Rubén Calvo a quien le dijo que iba para ayudarle a dejar las drogas. Fue cuando creía que se le habían pasado los efectos, puesto que había sido advertida de las «paranoias» que había tenido el zaragozano. «No creo que me haga daño, hace mucho que no me lastima», llegó a decirle la joven. Antes de terminar de hablar, el hombre le dijo a la joven nicaragüense que trabajaba cuidando a una anciana que «no le deje dinero porque cada vez que tiene lo celebra con droga».

Pero no era la primera vez que Katia acudía al número 31 de la calle Leopoldo Romeo, puesto que la Policía Nacional observó que tenía un espacio reservado en un armario de la vivienda.