El joven D. M. R. se ha enfrentado este lunes en la Audiencia de Zaragoza a una petición de seis años de cárcel por haber estafado, presuntamente, a su expareja sentimental la cantidad de 30.000 euros mediante el uso de tarjetas y datos bancarios de la denunciante, entre julio de 2016 y mayo de 2017.

La denunciante se enteró de que había sido víctima de un engaño cuando fue a un cajero, tras una prolongada baja laboral por problemas de salud, y la máquina expendedora de billetes se tragó su tarjeta debido a que figuraba como "cliente de riesgo" tras una serie de operaciones que incluían extracciones en efectivo, transferencias a otras personas de la familia del imputado (su madre y su exmujer) y la petición de préstamos.

"No podía creeerlo"

"Cuando me enteré de lo que había pasado con mi dinero no daba crédito a lo que estaba pasando", ha manifestado la perjudicada, que ha dicho que su expareja "consumía sustancias y alcohol y desaparecía por las noches". Fue su padre quien tuvo que poner el dinero de los préstamos para evitar que se engordara la deuda con los bancos.

La fiscal y el acusador particular Luis Tomás Ortega consideran que el acusado cometió un delito de falsedad en documento mercantil y otro de estafa continuada y agravada. Pero el abogado de la defensa, Ignacio Serrano, que ha intentado llegar a un acuerdo al comienzo del juicio, ha solicitado la absolución alegando que "hay contradicciones en la declaración" de la denunciante y que "no hay pruebas" que incriminen a su cliente.

"No es cierto", ha respondido con rotundidad el acusado a las acusaciones formuladas por la fiscal y el abogado de la otra parte. Así, ha negado que realizara, con datos de su expareja, dos peticiones de créditos electrónicos por un valor de 15.000 y 20.000 euros, que extrajera dinero de cajeros con su tarjeta y que transfiera otras cuentas el dinero obtenido con los préstamos.

Al parecer, las sumas detraídas se pudieron destinar a aliviar la situación financiera del acusado, que tenía otros préstamos solicitados, así como una hipoteca y la obligación de pasar una pensión alimenticia a su exmujer.

"Pensé que me revisaba el móvil"

Asimismo, ha afirmado que no intercambió las tarjetas de coordenadas y que tampoco borró conversaciones vía guásap que la denunciante mantuvo con su padre. Ella ha manifestado, como testigo, que sospechaba que el acusado se introducía por control remoto en su móvil y lo manipulaba. "Pensé que me revisaba el móvil", ha dicho.

La acusación particular ha mantenido que D. M. R. llegó a tener once cuentas bancarias y que las empleaba para el movimiento del dinero que extraída de las cuentas de su expareja.

"Yo era la única disponente de mis cuentas y tarjetas", ha subrayado la denunciante, que cree que el imputado se enteró de su número PIN porque era el mismo que usaba para el móvil. "Todas las operaciones de préstamos y transferencias las hizo sin mi conocimiento", ha insistido.